Creo está por nacer una nueva Venezuela y ello nos emociona infinitamente porque concluiremos nuestras vidas disfrutando de esperanza cierta, con felicidad y bienestar y porque nuestros hijos, nietos y quienes nos sucedan disfrutarán de un país y una sociedad muchísimo mejor de la que tenemos.
Los historiadores afirman que, en nuestro país, cada cuarenta años, se presentan cambios que alteran, para bien o para mal, el curso de la situación. Así ocurrió en 1918, en 1958, en 1998 y ahora parece que, por la fuerza de la dramática y crítica situación, estamos en momentos donde el sacudón está muy próximo a ocurrir anticipadamente. Pienso que estamos en una Venezuela que desea apasionadamente parir una nueva sociedad y un nuevo país y es necesario y urgente que lo viejo y actual abran paso a lo que inevitablemente viene y ojalá sea sin consecuencias insuperables.
En 1918 irrumpió en el país una juventud cargada de voluntad por alcanzar un país distinto y mejor, desde entonces se avizoraban como líderes nacionales; en 1958 fue el pueblo organizado con la ayuda de la Fuerza Armada democrática que liberó al país del yugo de la dictadura de entonces que negaba la libertad y los derechos humanos; en 1998 fue Hugo Chávez quien logra la presidencia de la República por una inmensa equivocación popular y se inicia el destrozo del país agravado con Maduro.
Ahora, todo apunta que, bajo el inmenso liderazgo de María Corina Machado, viene una sacudida de lo que tenemos. Ella, María Corina, se ha transformado en un ciclón de muy buena brisa y fuerza, que dejó bastante atrás a los liderazgos que hoy lucen viejos y a los del presente. El mensaje de María Corina es a favor de un país muy distinto y mucho mejor donde exista desarrollo integral, espiritual y material, felicidad y bienestar para todos, especialmente para los más necesitados y vulnerables. Es un mensaje desprovisto de énfasis ideológico lo que nos acerca a todos y por ello produce altísima emoción.
María Corina fue hasta ayer una dirigente y líder de un sector político del país, ahora se transformó, por su fuerza, constancia, valentía y arrojo en líder de todo el país y con el Premio Nobel de la Paz que le fue otorgado, pasa a la lista de los notables del mundo. Repito que su mensaje es sin sectarismo político y un llamado a todos los que amen al país a hacer causa común.
La María Corina de hoy, de acuerdo a mi percepción , en nada se parece a la de ayer; hoy conoce el olor a sobaco, ha sudado con el pueblo, ha arriesgado su vida muchas veces y se abraza con todos con cariño y afecto, sabe de las necesidades de todos y muy especialmente de las de los más pobres y desfavorecidos. Su liderazgo despunta como un terremoto político y social que acabará con las viejas estructuras caducas, con lo que por desgracia aún tenemos y por ello bien merece todo nuestro respaldo. Ayudemos todos a que nazca con muy buena salud la Venezuela nueva que viene y esperémosla con los brazos abiertos y el pecho henchido de emoción.