
Éramos un país hospitalario que acogió con agrado a todos los que llegaron provenientes de otras tierras y se enamoraron de como éramos y de las bondades del país, que se quedaron para siempre, éramos fraternos y nos comportábamos como tales, quienes nos conocían quedaban prendados de nosotros y nos entendían como gente buena, solidaria, servicial, amable, respetuosa y considerada. En el extranjero se nos abrían todas las puertas por ser como éramos, se nos recibía con mucha consideración y hasta con admiración.
Por desgracia y muy lamentablemente hoy todo ha cambiado, donde había flores ahora hay rastrojo. Desde afuera nos juzgan, sin hacer distinciones, por tener un régimen y particularmente un Presidente, nos guste o no, es quien despacha desde Miraflores, seriamente acusados de narcotraficantes y terroristas con pruebas al parecer, según afirma los Estados Unidos, definitivas; por una pandilla de delincuentes, ahora con fama internacional, llamada “Tren de Aragua” y aclaro que lleva ese nombre no por ser aragüeño sino por haberse estructurado en la cárcel de Tocorón, situada en Aragua que tenía y tiene reclusos de todo el país.
Con estos dos ejemplos basta para que el trato que nos daban cambie de la manera tan drástica como ocurre, y pasemos a ser señalados malamente todos por igual, sin ninguna distinción.
Me contó un amigo venezolano que tiene una modestísima cuenta de dinero en el exterior, que fue informado que, desde ahora, solo para venezolanos, tiene que justificar un dólar que deposite, de donde lo obtuvo, como lo logró, de quien lo recibió y otros bastantes requisitos, así como también si va a retirar ese dólar, por qué lo hace, para donde va ese dólar, quien lo recibirá, que uso le van a dar, etc. etc. Esto ocurre en el sistema financiero internacional, pero también en lo social, político, cultural y deportivo, es decir, el solo hecho de ser venezolano explica ese inmerecido, por la generalización e indignante, señalamiento.
Así pues, este régimen con su conducta severamente cuestionada nos ha arrastrado a todos para que nos califique de iguales, cuando somos tan diferentes, muy distintos.
Los Estados Unidos cuando examina las solicitudes de visa, al ver que es venezolano el solicitante, inmediatamente la aparta y la niega, sea quien sea, basta ser venezolano. Me parece que este proceder es totalmente injusto porque pone a pagar pena a buenos ciudadanos por pecadores. No es admisible que los delitos de unos pocos sean endosados a todos. La generalización por naturaleza no es justa. Pero bien, es lo que muy lamentablemente estamos padeciendo.
Los países que hasta ayer no nos pedían visa para entrar en ellos, ahora lo hacen sin excepción. Reivindicar la venezolanidad y lo que siempre hemos sido está en la tarea que debemos de cumplir con éxito cuanto antes; evitemos que nos señalen como a Lucifer, enviándolo bien lejos de nosotros, donde jamás nos volvamos a tropezar con él.