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El lamentable mundo que tenemos

Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 2 min.

Un mundo que vive del disimulo, de la hipocresía y prioriza los intereses ante los valores, es una sociedad que está al borde de la descomposición total.

Estamos en un mundo colapsado por sus contradicciones: sindicatos transnacionales dedicados al crimen y a las peores acciones, inestabilidad de todo género, democracias que no lo son, el narcotráfico campante, el comercio y tráfico de armas de mediano y alto poder destructivo. Todo indica que estamos en una gravísima crisis global de las más altas de los últimos cincuenta años.

Existen Estados manejados por el crimen organizado, por los más extremos ideales y todo ello implosiona la institucionalidad. La diplomacia que debe ser para tratar las relaciones entre naciones en los mejores y adecuados términos, se ha transformado en un debate en donde privan los intereses subalternos ante los valores, todo se reduce a una retórica sin consecuencia prácticas, se dice que hasta en la Organización de Naciones Unidas (ONU) influyen élites criminales capaces de todo por hacer valer sus más obscuros intereses. Vivimos en la simulación y la doble cara, el poder real ha migrado a manos indeseadas y a imperios financieros y políticos.

La crisis no es ideológica, tal vez si fuera así, dialogando se pudiera llegar a acuerdos, pero ella, la crisis, requiere de acciones concretas y con urgencia. La crisis es de principios, de valores, de comportamiento y funcionamiento, afectada gravemente por estructuras diabólicas. Por ello la gente ha perdido la escasa confianza que le quedaba en sus gobernantes que han arrastrado a las instituciones. 

Esta dramática situación no es nueva, pero en el tiempo se ha ido agravando, es producto de muchos años de erosión y de decadencia. Las clases políticas obsesionadas por alcanzar o mantener el poder abandonan y apartan lo que es fundamental, el interés global. Los líderes que deben ser para orientar y señalar caminos, solo sirven para motivar a grupos en función de sus personales intereses, muy poca excepción existe. Ello se debe porque la verdad ha sido reemplazada por las medias tintas y por los grises. Esto que parece generalizado, necesariamente nos lleva a convertir al Estado en una logia criminal dentro de esta diabólica arquitectura de poder. Lo que antes operaba con discreción y disimulo y hasta en la sombra, ahora todos lo observamos a diario con el mayor descaro.

Nuestro país no escapa a esta indeseable situación y ello ha provocado más de diez millones de personas desplazadas de manera forzosa y quienes aún estamos acá somos sujetos de la pobreza y la persecución por pensar y actuar distinto.

Cambiamos esta insólita y extremadamente grave situación o nos arrastrará a todos sucumbiendo a lo más desastroso del ser humano. Se que desde nuestro país no podemos solos arreglar tanta descomposición, pero si nos disponemos a arreglar lo nuestro pudiéramos estar indicando un camino para la corrección que sería imitado por muchos.