
La profunda crisis interna, el desgaste de las alianzas chavistas (con China, Rusia, Irán y hasta Cuba mostrando distancia pragmática), la contundencia del 28 de julio, y la aplicación coordinada de un plan de acción unificado, acortan significativamente el horizonte de salida.
La observación atenta del escenario venezolano post 28 de julio nos presenta una paradoja aparente: a pesar de un gobierno de facto visiblemente golpeado, vulnerable, y con sus alianzas internacionales en entredicho –desde el distanciamiento pragmático de China y Rusia, hasta el asedio continuo de Estados Unidos y la distracción vital de Irán–, aún se mantiene en el poder, no por su propia fortaleza sino por la inercia de sus mecanismos de control y la dispersión en las respuestas de quienes buscan el cambio.
Esta persistencia, como les decía, no es un signo de fortaleza intrínseca sino el resultado de un conjunto de factores que actúan como anclas, retrasando el colapso inmediato. Comprender esta inercia es clave para saber cómo intentar desarticularla, y se constituye en el primer paso para delinear las acciones que permitirán izar esas anclas y liberar el camino hacia el futuro venturoso de Venezuela.
Porque de tanto insistir con esa posición, puedo parecer repetitivo en mis apreciaciones de que “están idos” y aún no se han dado cuenta, pero es que no puedo eludir las señales que veo cada vez con más claridad.
La última encuesta Cati de Meganálisis al mes de junio muestra que 86,1% del pueblo cree que Maduro y el chavismo deben dejar el poder para que se solucione la mayoría de los problemas de los venezolanos; eso porque 84,6% cree que a Maduro y al chavismo no les importa el bienestar de los venezolanos.
En cuanto al liderazgo de María Corina Machado, en la encuesta se evidencia en que solo 12,5% de la gente votó el 25 de mayo siguiendo la instrucción de quedarse en sus casas, y que, en esa misma dirección, solo 8,8% participará en las siguientes elecciones municipales. 83,2% cree que los políticos de “oposición” que participaron en las elecciones “sirven conscientemente a Maduro y al chavismo”. Y 82,8% cree que no se debe pasar la página del triunfo electoral opositor del 28 de julio pasado.
La encuesta le asigna a María Corina Machado 70,2% de aceptación popular y 16,1% de rechazo, mientras que Maduro recibe 8,3% de aceptación y 87,7% de rechazo.
Además, revela que 87,21% considera que la situación económica de su casa es mala y muy mala, porque 80,03% gana menos de 250 dólares y 16,52% gana entre 250 dólares y 500 dólares. Y que 79,72% le asigna a Maduro y su gobierno la responsabilidad por esta situación, mientras que solo 13,84% le asigna esa responsabilidad a Trump y las sanciones.
Y en cuanto a las fuerzas armadas, 77,3% siente vergüenza y disgusto por ellas y solo 8,1% siente orgullo y admiración. En otro orden, 70,2% cree que es un error apoyar a Irán, mientras que 5,1% cree que es lo correcto.
Mientras pasan cosas fronteras adentro, también ocurren cosas desde afuera, con presión estratégica -financiera y judicial "quirúrgica"- y diplomacia inteligente. Porque todo indica que las sanciones seguramente evolucionarán hacia un modelo más preciso, buscando la asfixia económica y el cerco judicial a las élites del chavismo, lo cual seguramente incluye la persecución global de los "capos" con órdenes de captura internacional.
La profunda crisis interna, el desgaste de las alianzas chavistas (con China, Rusia, Irán y hasta Cuba mostrando distancia pragmática), la contundencia del 28 de julio, y la aplicación coordinada de un plan de acción unificado, acortan significativamente el horizonte de salida.
En cuanto a la dirigencia empresarial, deben estar conscientes de que la era de los privilegios por conexión política se está extinguiendo, y que su futuro dependerá de su capacidad para desmarcarse de prácticas que no corresponden a un libre mercado.
Deben salvaguardar sus activos, pero, más importante aún, alinearse con los principios de transparencia y competencia… lo cual debe significar tomar distancia de los actores políticos que hoy, al estar en modo supervivencia, “cueste lo que cueste”, se convierten en muy peligrosos. Especialmente para los que tienen más cerca, porque son los primeros que van a sufrir el embate defensivo.
La Venezuela que vislumbramos en el horizonte es de recuperación, crecimiento y reencuentro. Cada paso que demos en las próximas semanas y hasta meses, con la sinergia y la determinación de todos los actores comprometidos, será una contribución directa a ese futuro venturoso que ya se dibuja con mayor claridad.
Los dos extremos del espectro: la oposición supone que el gobierno "siempre hará fraude", y el chavismo asume que "toda oposición es golpista".
La pregunta sobre el "cuánto tiempo" es, por naturaleza, la más compleja y la que más variables inciertas alberga en cualquier análisis estratégico. Sin embargo, al aplicar la hoja de ruta que hemos ido delineando en nuestros análisis, y considerando las premisas que nos guían, podemos proyectar un horizonte temporal para la salida del gobierno de facto, con la advertencia de que cualquier estimación es una proyección basada en la eficacia de las acciones y la evolución de un entorno volátil.
Si bien no podemos establecer una fecha exacta, sí podemos identificar los nodos críticos cuya activación aceleraría el proceso de manera significativa. La inviabilidad del chavismo es una certeza, pero la velocidad de su desenlace depende de qué tan rápido y contundente se rompan sus "anclas" de poder.
Si la implementación de las acciones delineadas, tanto internas como externas, es rigurosa, coordinada y constante, es plausible que observemos el desenlace del actual statu quo en el transcurso de las próximas semanas o meses, a partir de este momento.
El punto de inflexión más decisivo será cuando la masa crítica de funcionarios intermedios, militares de rango medio y burócratas dependientes, perciban que el costo de la “lealtad” es mayor que el de la desafección o la pasividad. Esto incluye la erosión de la "burbuja" del pensamiento de grupo en la cúpula, haciendo que la realidad de su aislamiento y debilidad penetre esas estructuras.
El camino no estará exento de turbulencias pues el chavismo hará intentos desesperados por aferrarse al poder, pero la dirección es clara y la velocidad de llegada dependerá de la sinergia y la determinación de todos los actores comprometidos con la Venezuela próspera que, indudablemente, será un hecho en no mucho tiempo más.
Recomendaciones
- Para el gobierno chavista (que está de salida): más allá de una salida negociada general, deben reconocer que la creciente deslealtad interna y las fisuras en su estructura de control son una amenaza más inminente y desestabilizadora que la presión externa per se. Por ejemplo, la "Operación Guacamaya" no solo demostró la vulnerabilidad de su aparato de seguridad, sino que también puso en evidencia que existe colaboración interna y "quiebres al más alto nivel". La recomendación es abandonar la búsqueda de un consenso imposible sobre una narrativa de "negociación y salvoconducto" en la que ya nadie cree; y, en su lugar, concentrarse en controlar y mitigar la implosión interna para evitar una exposición aún mayor de sus actividades ilícitas y la desarticulación caótica de sus cuadros; la prioridad debería ser prevenir que las deserciones internas se conviertan en un torrente incontrolable que no solo acelere su salida, sino que deje al descubierto la magnitud de su entramado criminal.
- Para el liderazgo opositor (bajo la conducción de María Corina Machado): articular la transición económica en "beneficios diarios tangibles" para el ciudadano común. El "Plan de Días Cero" y la visión de una Venezuela como "hub energético de las Américas" y una "oportunidad del trillón de dólares" son inspiradoras. Sin embargo, para consolidar el apoyo popular masivo y gestionar las expectativas, es crucial traducir esta macro visión en mejoras concretas y palpables en la vida cotidiana de los venezolanos, también como una promesa a largo plazo de un "nivel de vida superior". Esto implica desglosar cómo la desestatización petrolera, la apertura a la inversión y la generación de energía limpia y barata se materializarán en la reposición de servicios básicos (agua, electricidad, combustible), la creación de empleos dignos, el acceso a alimentos y medicinas, y la mejora de la seguridad personal en sus comunidades. Es necesario mostrar cómo cada paso de la transformación impactará directamente en su mesa, en su barrio y en su bolsillo, ofreciendo una hoja de ruta pragmática y comprensible que alivie las angustias diarias, más allá de las grandes cifras de inversión futura.
- Para la dirigencia empresarial (que está siendo cooptada por el chavismo): más allá de proteger el patrimonio y abogar por un marco legal predecible, la dirigencia empresarial debe reconocer que el futuro de la industria petrolera y, por extensión, de la economía venezolana, se perfila como un modelo privado, altamente tecnológico y eficiente, alejado del "Estado empresario". Enfatizando el rol de la Inteligencia Artificial (IA), la optimización de operaciones, las tecnologías de recuperación mejorada (IOR) y la captura de CO2 como pilares del desarrollo energético global. La recomendación es que, en lugar de solo reaccionar a las pretensiones del gobierno, los empresarios comiencen a reorientar sus inversiones hacia la adquisición de estas tecnologías, la capacitación de su personal (incluyendo la formación de profesionales senior en IA), y el desarrollo de capacidades internas que les permitan competir en un sector privatizado y tecnológicamente avanzado. Esto les permitirá no solo adaptarse, sino liderar la transformación productiva que se avecina, siendo actores clave en la reconstrucción de la economía real; ya que la "capacidad de generación de empleo genuino que traerá la incorporación de las empresas venezolanas al negocio petrolero, se deberá a que no habrá una empresa estatal, sino que a partir de los yacimientos propiedad de la República, se asignaran, por licitación o subasta, cuotas de reservas a empresas privadas que manejen el negocio".
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