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Luis López Méndez

Comentario sobre "Una mirada a futuro para Venezuela"

Luis López Méndez

Este estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), constituye un documento de mucha relevancia para los venezolanos de bien, que somos la mayoría, y aunque se titula una “Una Mirada al Futuro”, abarca el desastre ocurrido en el pasado reciente, incluyendo el supuesto periodo “rosa” de Chávez, así como el angustiante presente y el incierto, pero lleno de esperanzas, futuro.

El esfuerzo realizado durante 2019 y 2020, es un insumo de trabajo, una brújula para los ciudadanos y las organizaciones que van a participar, y las que se requerirán, para la reconstrucción del país en el mediano plazo. No obstante, es necesario tener en cuenta que siendo un estudio elaborado por una institución financiera para determinar “la naturaleza y la escala de las intervenciones necesarias para atender la emergencia” mediante la participación de las instituciones multilaterales de crédito, “cuando la situación político-institucional lo permita”, establece una serie de condiciones, entre ellas de política de estado, que necesariamente pasaran por la modificación de leyes, para lograr que se pueda concretar esa “ayuda internacional”, y que sea realmente efectiva para mejorar la condiciones de la población y reactivar el aparato económico del país, de manera que pueda “honrar” los compromisos financieros adquiridos.

Pero a diferencia de la opacidad con la que el chavismo siempre ha actuado, en esta ocasión se realizaron consultas con miembros del Gobierno Interino que preside Juan Guaidó, y de la Asamblea Nacional, así como también con representantes de organizaciones de la sociedad civil y del sector privado. Igualmente, debido a que la crisis humanitaria que padece Venezuela, tiene consecuencias más allá de nuestras fronteras, también la comunidad internacional fue consultada al respecto, especialmente nuestros vecinos.

Además, el documento hace énfasis en las condiciones de estabilidad política y de seguridad requeridas, así como también la comunicación constante y efectiva a la población de que el proceso de recuperación es de mediano alcance. No crear falsas expectativas que todo va mejorar tras la caída del régimen.

No se trata entonces de un mamotreto de medianoche, de una jugada a escondidas, es un proyecto país, y aunque duela y de algo de pena decirlo, ha sido concebido fuera de nuestro territorio y por un agente extranjero. ¿Es eso consecuencia de la incapacidad de nuestra dirigencia política para ponernos de acuerdo puertas adentro?

Por fortuna, no fue hecho en Cuba ni en China ni Rusia, pero no tengo dudas que estos últimos están al tanto de este estudio pues una parte importante de la deuda les corresponde a ellos.

Es importante tener en cuenta que a partir del 1ro de octubre, Mauricio Claver-Carone, actual director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, asumirá la presidencia del BID por un periodo de cinco años con posibilidad de reelección, siendo la primera vez en la historia que el BID no será presidido por un latinoamericano.

Varios puntos de este documento merecen especial consideración.

1. El apalancamiento de los sectores petróleo, gas y minería como fuentes para el pago de los compromisos para la reconstrucción.

Para ello se tomaron en cuenta las conclusiones del informe “Reviving Venezuela’s Oil Sector: The Role of Western Oil Majors”, el cual se basa en las opiniones de ocho grandes compañías petroleras occidentales, incluyendo algunas que todavía operan en Venezuela, en relación a las condiciones que determinarán cuán rápido y hasta qué punto, estas compañías reanudarían o incrementarían sus operaciones en Venezuela en caso de una transición política, los desafíos y barreras a la inversión que tendrán que ser superados y el nuevo y difícil contexto competitivo internacional para Venezuela como productor de petróleo. (https://www.thedialogue.org/analysis/reviving-venezuelas-oil-sector-the-...)

Como consecuencia, el modelo de desarrollo también revive las inequidades territoriales ya conocidas, lo cual conduce a la necesidad de un proyecto adicional para el desarrollo territorial diferente al actualmente planteado, pues continuaríamos con las desigualdades que tanto lodo han traído a esta orilla.

2. Dada la magnitud de la crisis venezolana, la propuesta del BID es principalmente asistencialista, lo que denominan “intervenciones” en razón de la crisis de alimentos, salud y servicios. Destaca la enorme consideración que se reserva al sector salud, no solo por efectos del COVID-19, sino por el lamentable, y diríase hasta criminal, estado del sistema de salud venezolano, donde uno de las carencias más difíciles de suplir será el capital humano que ha emigrado.

3. Mucho me temo que por un tiempo más, el PIB agrícola continuará deprimido y será necesario recurrir a importación de alimentos y materias primas provenientes de la agricultura. Sin embargo, especial atención se dedicará a la pequeña agricultura, no solo como vía de alivio a la pobreza sino también como suministro de alimentos más nutritivos para los centros poblados cercanos (Región Centro-Norte Costera).

En mediano plazo la agricultura empresarial pudiera aprovechar las mejoras programadas en el sistema de transporte y en la operatividad de puertos y aeropuertos, así como en la eficiencia de los pasos fronterizos, para la exportación de rubros competitivos. También se abriría la ventana de oportunidades para los desarrollos de las áreas rurales desde una perspectiva bioeconómica con opciones modernas para la creación de empleos de calidad y nuevas cadenas de valor.

Comparto porque considero que mi grupo, Aragua sin Miedo, al igual que muchas otras organizaciones de la sociedad civil, debería transformarse para servir a la nueva realidad venezolana.

https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Una-mirada-a...

Modelo Agrícola Venezolano: Verde, Digital e Inclusivo

Luis López Méndez

Las deplorables y caóticas condiciones agro venezolano requieren de un conjunto de acciones urgentes para lograr recuperar su operatividad y pueda comenzar a aliviar la terrible situación que está padeciendo la población donde el 74% de los hogares tienen un grado de inseguridad alimentaria entre moderada y severa, cuyas secuelas de largo plazo pueden ser irreversibles (ENCOVI 2020, https://www.proyectoencovi.com/informe-interactivo-2019 ).

Este proceso de recuperación también debe servir para el apalancamiento del desarrollo económico y social que permita la rápida reducción de la pobreza extrema cercana al 80%, especialmente en las áreas rurales.

Sin embargo, la reconstrucción agrícola no puede convertirse en retorno a la agricultura del pasado, pues de insistir en esa línea de acción los resultados no serán distintos a los obtenidos en el periodo 2004-2010, es decir, incrementos en volúmenes de producción y baja productividad con consecuencias ambientales negativas y ligeras mejoras sociales en los territorios rurales.

A nivel global, la actividad agrícola es el segundo emisor más grande de gases de efecto invernadero (GEI), después del sector energético, pero también los agricultores y las áreas rurales son las más perjudicados por las consecuencias del cambio climático: inundaciones, heladas, sequias y los efectos adversos sobre el rendimiento de los cultivos. Las estimaciones muestran que el cambio climático puede reducir la productividad agrícola global en un 17% para 2050.

Paradójicamente, la agricultura es una de las soluciones a gran escala, más esperanzadoras, para frenar e invertir el cambio climático. Los cultivos de cobertura, la rotación de cultivos y la siembra directa son algunas de las prácticas que pueden capturar el CO2 de la atmósfera y secuestrarlo en el suelo, aumentando su contenido de carbono del 0,5-1% actual, al 3-7% como en bosques y sabanas.

De igual manera, la agricultura de precisión y el manejo integrado de plagas y nutrientes también constituyen estrategias de eco-intensificación, o intensificación sostenible, cuya finalidad es el mejoramiento del desempeño ambiental de las actividades agrícolas sin perjudicar los niveles de productividad.

El Foro Económico Mundial estima que, si el 15-25% de las fincas adoptaran la agricultura de precisión, el rendimiento global podría incrementarse en un 10-15% para 2030, mientras que las emisiones de GEI y el consumo de agua podrían reducirse en un 10% y 20%, respectivamente.

Si bien es imprescindible promover políticas alimentarias sostenibles que contemplen toda la cadena, desde la producción, almacenamiento y transporte hasta el consumo, también lo es estimular la aplicación de buenas prácticas para reducir la huella climática de las operaciones agrícolas, con el propósito de lograr una producción diversificada, acompañada con la generación de empleos calificados en las áreas rurales. Consecuentemente, el nuevo modelo agrícola debe contemplar el establecimiento de incentivos específicos para la promoción de prácticas agronómicas eco-intensivas.

En estas primeras décadas del nuevo siglo hemos podido constatar como las innovaciones tecnológicas generadas por las TIC y la Biología han logrado avances significativos en el sendero hacia una agricultura más productiva y sostenible, donde destacan los cultivos transgénicos y la agricultura de precisión.

No obstante, estas innovaciones han sido utilizadas principalmente por empresarios agrícolas, por lo cual, el gran reto del nuevo modelo agrícola es impulsar el desarrollo sostenible de la pequeña y mediana agricultura, cuya contribución a la seguridad alimentaria y nutricional de los territorios rurales es determinante, pero donde se continúan aplicando prácticas agrícolas ineficientes y ambientalmente insostenibles, especialmente en las zonas montañosas.

Afortunadamente esta brecha está cada vez más cerca de desaparecer en la medida que las innovaciones estén alcance de la mayoría y puedan hacer uso masivo de ellas. Como ejemplo tenemos es el caso de Precision Agriculture for Development (PAD) https://precisionag.org/, una iniciativa que cuenta entre sus fundadores al Premio Nobel de Economía Michael Kramer, la cual está suministrando servicios agrícolas digitales de asistencia técnica y extensión rural a pequeños productores utilizando telefonía celular para trasmitir información generada por laboratorios móviles de análisis de suelo con espectroscopia, estimaciones meteorológicas en tiempo real e imágenes satelitales para recopilación y validación de datos, así como también recomendaciones para manejo integral de plagas. Los contenidos son procesados y mejorados para hacerlos más efectivos haciendo uso de resultados de recientes investigaciones producto de la combinación de economía del comportamiento, aprendizaje social, ciencia de datos y machine learning.

Estudios de PAD realizados en ocho países de África y Asia muestran que estos servicios remotos generaron aumentos de productividad superiores al 11% y que el envío de información por SMS incrementó en 22% las posibilidades de que los agricultores utilicen los insumos adecuados. Además de ello, con la metodología PAD, se puede enviar un mensaje semanal con orientación técnica a un costo anual menor a USD 1,25 por finca, lo cual es considerablemente menor que los costos de los servicios personalizados de asistencia técnica y extensión agrícola.

Hay más señales promisorias del crecimiento de la burbuja de la Cuarta Revolución Industrial o Revolución de las TIC, en el mundo de la pequeña y mediana agricultura:

  • Kenia, cuyo PIB per cápita es similar al de Venezuela, lidera el campo de la tecnología agrícola en África, teniendo el ecosistema digital mejor calificado y el 30 % de las tecnologías agrícolas disruptivas que existen en el continente.
  • Brasil se convertirá en el primer país de América Latina en recibir las soluciones de tecnología digital, mediante convenio suscrito entre el PAD, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento de Brasil y el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, para proveer servicios asistencia técnica y extensión rural vía mensajes de telefonía fija y celular 200.000 pequeños agricultores del Nordeste de Brasil, llevando orientaciones técnicas sobre plagas, cosechas, buenas prácticas y salud animal.

Estamos en un momento histórico crucial, y deberíamos aprovechar esa magnífica oportunidad para salir del foso donde nos encontramos, lo cual requiere de un esfuerzo titánico, para luego tomar impulso y dar un salto hacia el futuro.

La agricultura venezolana para los nuevos tiempos debe ser verde, digital e inclusiva.

Confío en que si nos ponemos de acuerdo y tenemos la audacia para intentarlo, lo lograremos.

Buenos Aires, agosto 2020

Este artículo fue publicado originalmente en https://barataria-azul.com/

La ingeniería genética en la agricultura venezolana

Luis López Méndez

Prácticamente, en el mundo entero, hay profunda preocupación por el suministro de alimentos a la humanidad, una población que sigue creciendo rápidamente con estimaciones de más de 9.200 millones de personas para el 2050, en comparación con los 7.500 millones actuales. Esto implica que se tiene que aumentar la producción de alimentos y mejorar su distribución y conservación para evitar pérdidas poscosecha, y que pueda llegar suficiente cantidad de alimentos a toda la población.

Desde finales del siglo XX y lo que va del siglo XXI, la ingeniería genética ha copado la escena en los centros de investigación mundiales, buscando mayor productividad, facilidad de manejo de los cultivos, menores costos directos de producción, menor impacto ambiental, mayor tolerancia a factores limitantes, alimentos de mejor calidad, y otros objetivos, para orientar las expectativas hacia niveles de producción que puedan satisfacer las necesidades nutritivas de los habitantes del planeta.

¿Qué es la ingeniería genética? De una manera muy sencilla, una de las formas de ingeniería genética más aplicada en la agricultura, es la manipulación y transferencia del ADN de unos organismos a otros para generar un Organismo Genéticamente modificado (OGM, también OMG). Entonces, un OGM es un organismo cuyo material genético ha sido alterado usando técnicas de ingeniería genética. Un OGM es transgénico cuando se transfiere uno o más genes de una especie a otra especie.

Por medio de la ingeniería genética se han producido cultivares OGM en más de cuarenta especies vegetales de importancia para la agricultura, que han mejorado la producción de alimentos y fibras, han disminuido el uso de insecticidas y herbicidas reduciendo la contaminación del ambiente y protegiendo infinidad de especies de insectos benéficos, y han permitido brindar mayor seguridad a los operadores del campo. Por ejemplo, en la India la introducción del Algodón Bt produjo mayores rendimientos y menores gastos en plaguicidas. En China, este mismo cultivar permitió reducir el uso de plaguicidas a la mitad y se duplicaron las poblaciones de mariquitas, crisopas y arañas. Haciendo un ejercicio a futuro, se estima que si en Europa el 50% de los cultivos fueran transgénicos se dejarían de aplicar 14,5 millones de kilogramos de plaguicidas, se ahorrarían 20,5 millones de litros de diésel, y se reducirían las emisiones de CO2 a la atmósfera en 73.000 toneladas.

Estos cultivares OGM, que generalmente son de mayor potencial de rendimiento que los cultivares no modificados genéticamente, permiten además elevar la productividad con un crecimiento vertical de los rendimientos, en lugar de tener que expandir la frontera agrícola para un crecimiento horizontal de la producción mundial de alimentos. Una ampliación de la frontera agrícola tendría que ser en la mayoría de los casos interviniendo ecosistemas que están en equilibrio con la naturaleza, quizás de gran fragilidad ante la acción antrópica para hacer agricultura, destruyendo hábitats naturales de flora y fauna afectando la biodiversidad, en fin, causando un profundo y negativo impacto ambiental. Recordemos que la mayor producción de alimentos en la misma superficie, es uno de los caminos para lograr el Incremento Sostenible de la Producción Agrícola (ISPA) impulsado por FAO.

Algunos ejemplos de OGM de especies cultivadas de importancia para la agricultura venezolana son, entre otros, el Algodón Bt, Maiz Bt, Maiz RR, Soya Bt, Soya RR, Arroz LL62, Arroz Dorado. Los organismos Bt derivan su nombre de que producen la proteína Cry, la cual es producida naturalmente por el Bacillus thuringiensis, permitiendo a la planta un autocontrol de larvas de lepidópteros. Los organismos RR derivan su nombre de las palabras Roundup Ready, porque son resistentes al herbicida glifosato. El Arroz Dorado, utilizado en Australia y Nueva Zelanda desde hace décadas, tiene un especial valor nutritivo ya que contiene betacarotenos que es precursor de la vitamina A.

En Argentina y Brasil, los dos grandes productores y exportadores de alimentos de América Latina, la gran mayoría de los cultivos son transgénicos, y cada año se incrementa la superficie sembrada con estos cultivares. A pesar que en la actualidad Venezuela se ha convertido en un gran importador de alimentos, abundantemente desde los países del sur, lo que significa que consumimos muchos productos transgénicos como el aceite de soya y el maiz amarillo usado en raciones para animales, por ley está prohibido que nuestros agricultores y nuestro ambiente gocen de los beneficios de la ingeniería genética. En la Ley de Semillas aprobada el 28/12/2015, dentro de sus finalidades, en el Artículo 3-6 se establece: “Impedir la liberación, el uso, la multiplicación, la entrada al país y la producción nacional de semillas transgénicas”.

Como corolario podemos señalar que en Venezuela, en nuestra agricultura, está prohibido oficialmente disfrutar de los grandes beneficios de la ingeniería genética, tanto para los agricultores como para la seguridad alimentaria de la población, por temor al consumo de estos productos, que dicho sea de paso ha sido comprobado por décadas que no tienen efectos negativos ni sobre la salud humana ni sobre el medio ambiente. Pero, oficialmente también, consumimos alimentos producidos con OGM en otros países, donde los agricultores y sus economías nacionales sí disfrutan de las grandes ventajas de la ingeniería genética.