Estado del país
Debe producirse el año próximo un cambio profundo de la realidad venezolana en un país cada vez más angustiado, cada vez más apremiado de problemas, reducido a extremos de necesidad, con asuntos fundamentales no resueltos, desmejora significativa de la calidad de vida y ausencia de políticas concertadas que permitan vislumbrar un programa coherente de rectificación e impulso nacional.
El argumento ideológico y sus abstracciones, justificado y necesario en otros escenarios, en realidad, resulta insuficiente y no responde a la urgencia de explicar y resolver con validez el estado de miseria social y económica en el que se halla el país.
El liderazgo no resulta convincente, ha perdido credibilidad y autoridad indispensable para visualizar un camino certero por el cual se conduzca la Nación y la agrupe en torno a objetivos concretos y acciones específicas producto de la reflexión colectiva que se imponga sobre el interés particular y grupal.
La conducta social agresiva y violenta que se observa por doquier es consecuencia de la desesperanza, de la falta de salidas inmediatas y la ausencia de perspectivas ciertas que estimulen la confianza general ante la certeza de cambios y rectificaciones que se reclaman con urgencia.
Una política nacional no se construye aisladamente ni de manera parcial y para serlo debe responder a criterios de integración que no existen desde hace años en Venezuela. El manejo de los asuntos públicos en razón de su generalidad no puede circunscribirse y limitarse a una sola posición, apresada por la ideología, encarcelada por la idea de un grupo que intenta imponerse sobre otro.
Se hace necesario revisar y corregir de manera sustancial, si ello fuera posible, la naturaleza del debate, el sentido de las relaciones políticas, la manera de ejercer el poder y sus resultados, la credibilidad social, los principios y los comportamientos, las propuestas y los logros y más cuando se había prometido que para el año 2021 Venezuela iba a ser la Nación más desarrollada y próspera de América Latina.
La pasión en la política se contrarresta ante los resultados. Un gobierno independientemente de su signo ideológico debe ser medido por sus efectos que no deben ser otros que la unidad y el bienestar nacional.
La política debe ser útil a la gente. La política debe estimular el crecimiento, la integración, la concertación de la Nación. La política debe contener irrenunciables parámetros éticos y debe estar orientada por valores sustanciales que representen efectivamente a todo el pueblo que no obstante su pluralidad sea una unidad consciente que le da sentido y dirección a un país.
Una política nacional en esencia persigue, alcanza y concreta el interés general apreciado y consentido por toda la sociedad, en el que el país se reconozca y encuentre definitivamente y logre superar las consecuencias de una crisis que afecta todos por igual, estableciendo las bases de una conciliación y el desarrollo de una voluntad superior que permita a Venezuela resurgir y salir del estado de postración en que se encuentra, con derechos y garantías plenas de democracia, libertad, bienestar y futuro.
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