Ser proactivo es anticiparse a los problemas antes de que estallen, es tomar el control antes de que las circunstancias lo hagan por nosotros. Sin embargo, en un mundo cada vez más volátil, la tendencia dominante es la pasividad: reaccionamos cuando ya es tarde, cuando el daño está hecho.
Por eso, ahora más que nunca, debemos asumir el timón de nuestras decisiones y no dejarnos arrastrar por la corriente.
Sabemos que navegamos en aguas turbulentas, pero para no naufragar en la desesperanza, necesitamos una ruta clara, un plan firme y la convicción de que, más pronto que tarde, veremos un horizonte de oportunidades.
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