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La fábula del Colibrí

Democracia
Tiempo de lectura: 1 min.

Existe un inmenso incendio en la selva y un colibrí llega y derrama dos gotitas de agua que lleva en su pico, cuando emprende su regreso en busca de dos más, se encuentra con un tigre que le pregunta ¿crees que con esas gotas de agua vas a pagar ese horroroso incendio?; le responde el colibrí, creo que no, pero en algo colaboro.

Si todos tuviéramos la convicción y disposición del colibrí, con seguridad estuviéramos en presencia de una situación muy distinta. En todo tiempo debemos colaborar para alcanzar el bien común, máxime en este tiempo que confrontamos, que parece haberse reunido en él todo lo malo y perjudicial, que está tan lejos del bien común, con una democracia demasiada menguada, una Libertad con inaceptables limitaciones, una justicia que no se corresponde con la verdad y que está sujeta a la disposición de quienes detentan el poder y todo ello en deplorable marco de pobreza, hambre y persecución a la disidencia, es decir, no exageramos cuando afirmamos que estamos soportando, ojalá sea hasta muy pronto, una situación no conocida en nuestra historia, ni siquiera en las peores épocas donde al menos se encontraba que comer.

La justicia es el empeño y constante voluntad de dar a cada quien lo que le corresponde, pero cada quien debe tener el empeño y voluntad de dar lo que le corresponde a la Patria y a la familia. Ser indiferente o peor aún negarse a colaborar para lograr los mejores objetivos nacionales, no es propio de gente racional y tal vez se corresponda con quienes son anacoretas que prefieren vivir en un aislamiento incomprensible dedicados a la contemplación, sin importarles nada más. Como no tenemos vocación de anacoreta y sentimos a la Patria y a la familia muy dentro de nosotros, nuestra propensión es y debe ser a colaborar, a ser solidario para entre todos superar esta amarga y penosa situación que nos hace la vida extremadamente incómoda.

Recordemos que Dios, nuestro Padre Eterno, nos dijo, “Ayúdate que Yo te ayudaré”. Él, con absoluta seguridad, nos acompaña, ayuda y ayudará, pero primero debemos hacerlo nosotros, ayudarnos. Todos queremos y deseamos con infinita ansiedad vivir bien con desbordante felicidad, pero ello no nos caerá del cielo sin más, debemos conquistarlo para ganárnoslo y ello lo logramos con esfuerzo, voluntad, disposición y convicción.

La Patria nos llama con desespero y preocupación, atendamos su llamado que Dios y ella lo reconocerán y premiarán, no por ello es la lucha, pero vendrán.