Lo primero que se debe entender es a quien los venezolanos han venido enfrentando estos 26 años. La respuesta la tenemos en los hechos.
Un régimen caracterizado por su conducta delictiva, por su apego a mantenerse en el poder en contra de la voluntad soberana del pueblo, por su poder de destrucción de la nación, por su alianza con organizaciones consideradas como terroristas, por la permanente violaciones a lo consagrado en la Constitución, por el control total de las instituciones que ya no son instituciones sino más bien apéndices gubernamentales del sistema implantado.
A un régimen que abiertamente sus voceros han dicho que no entregarán el poder ni con votos ni con balas, y por si fuera poco, un régimen cuyos más conspicuos representantes están acusados de ser narcotraficantes y cuyas cabezas tienen precio.
En el lado contrario, un pueblo que ha resistido todos los atropellos que se han cometido en su contra, un pueblo que ha intentado dentro del marco democrático rescatar su libertad, la democracia y el estado de derecho.
Un pueblo que ha ofrendado vidas en ese intento de vivir en paz.
Un pueblo en diáspora, por la persecución en su país y con rechazo en otros lares donde ha pretendido establecerse.
Un pueblo que no ha perdido su esperanza en ser libre de nuevo.
Con el agregado para ese pueblo, que sus dirigentes políticos, sin entrar en detalles, el único momento de lucidez que han tenido fue cuando se dieron cuenta que tenían que arrear sus banderas y colores partidistas a favor de una unidad real y todos se sumaron a la Tarjeta de la Unidad para las elecciones legislativas del 2015, y por desgracia para ese pueblo, luego del triunfo, de nuevo apareció la dispersión por las mismas razones de siempre, las apetencias personales de los mismos actores, en resumen, el fracaso de un triunfo.
Dicho esto, la actual coyuntura se presenta favorable para lograr el objetivo de la libertad.
En primer lugar, se cuenta con un liderazgo indiscutible devenido de procesos electorales y respaldados por la voluntad popular, un proceso de elecciones primarias y un proceso de elecciones presidenciales, María Corina Machado y Edmundo González Urrutia como Presidente Electo.
Luego, la presencia militar de EE.UU y otros países, en el mar Caribe a los efectos de combatir el narcotráfico en el área, es una señal considerada como de presión extrema contra la narcodictadura existente en el país, ya no se trata de acuerdos y/o negociación, es el uso de la fuerza contra el mal.
Queda entonces esperar que la claridad del mensaje sea entendida por quienes ejercen ilegítimamente el poder; la narrativa que ahora tienen es solo el silbido de quien camina de noche en la sabana con anuncio de tormenta.
Saben que a la hora que llegue esa tormenta quedarán íngrimos, abandonados a su suerte.
Saben el Poder Relativo de Combate del enemigo y saben de su propia precariedad en el mismo.
Saben que ya son innecesarias las detenciones que están haciendo y que, por el contrario, aumenta la presión a que están sometidos.
Les llegó la hora de conservar la propia vida y quizás también disfrutar de lo mal habido en estos 26 años.
A los hombres de honor dentro del estamento militar solo les queda responder a su juramento.
Recordar aquello que dice "que los muertos entierren a sus muertos"
Y que ese final que está por llegar, puede ser el inicio del triunfo del bien sobre el mal y el regreso al sitial de honor que les corresponde.
La coyuntura sigue en pleno desarrollo, la escalada sigue apretando el nudo de la soga y solo las decisiones que se tomen definirán los hechos por venir.