

Producto de la crisis socioeconómica que estamos padeciendo, el fenómeno migratorio generado por jóvenes venezolanos que constantemente se van del país hacia otras latitudes, bien sea por razones políticas o en busca de mejores horizontes, presumo tiende a alterar la pirámide poblacional venezolana; o sea, una base ancha conformada por hombres y mujeres de la tercera edad, acoplada a un estrecho vértice conformado por la juventud; es decir, una conformación piramidal diametralmente opuesta a lo que estadísticamente se considera normal.
De continuar esta situación, Venezuela pudiera convertirse en un país con predominio de hombres y mujeres de la tercera edad; en consecuencia, esta alteración piramidal constituye una nueva calamidad que debemos sumársela a los graves e injustificados problemas de carencias que padece nuestro país, no obstante haberle ingresado millones y millones de dólares americanos por concepto del negocio petrolero.
Ahora bien, independientemente del anterior comentario, vaya la mayor suma de felicidad y éxito a los jóvenes que han cruzados las fronteras venezolanas y echado ancla y levantado carpa en cualquier lugar del planeta tierra, y para aquellos que tienen en mente esta probabilidad, les recomiendo leer, analizar y evaluar la siguiente composición e interpretación “Tu País” del cantante español, José Luis Perales.
“No hay que marcharse lejos para ver amanecer, ni buscar otro lugar, ni otro vino que beber, ni otras gentes que te puedan comprender. Hay un pueblo que te brinda un camino por andar, hay un pueblo que te ofrece su amistad. Tu país con sus virtudes, sus defectos y sus problemas. Tú país con sus paisajes, sus alegrías y sus tristezas. Tú país, tu país.
No hay que marcharse lejos para ver el sol brillar, ni buscar otro rincón, ni un azul en otro mar. Ni buscar en otras gentes la verdad”.
Hay un pueblo que te llama, al que debes atender, hay un pueblo que te grita: ¡quédate!
Pero, de ser irrevocable la decisión de marcharse de Venezuela, entonces jóvenes amigos: Dios los bendiga, cuide, proteja y favorezca todo el tiempo y en todas partes.
Finalmente, permítanme recordarles un viejo aforismo proveniente de la milenaria sabiduría China y cuyo valor pedagógico, es inconmensurable: La mejor manera de proceder, es aquella que nos deja libre de culpa y remordimiento.