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El dilema de la dictadura

Opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 2 min.

El régimen chavista, devenido en una dictadura desde el 2016, confronta su peor situación en términos de gobernabilidad y estabilidad. Es rechazado por la inmensa mayoría de la sociedad por su responsabilidad en la crisis humanitaria en progreso y por negarle a la ciudadanía el ejercicio libre de sus derechos humanos, políticos y civiles. También concita el rechazo creciente de la comunidad internacional democrática, particularmente de los Estados de su entorno. Ese rechazo se viene traduciendo en una escalada de sanciones políticas y económicas que están afectando y afectarán seriamente la capacidad del Gobierno en materia económica. No estoy, ni mucho menos, afirmando que fatalmente está de salida.

El sostén básico y decisivo del régimen es su control del aparato del Estado y fundamentalmente el de la cúpula de la FAN y de los cuerpos de seguridad. Esos respaldos son a la vez una fortaleza (por todo lo que sabemos) y una debilidad porque esos sectores no son inmunes a la crisis sistémica del régimen, ya se han presentado manifestaciones (ciertamente pocas y de escasa relevancia todavía) de descontento hacia al Gobierno. Puede decirse al respecto que la procesión va por dentro.

El otro factor decisivo para la precariedad de régimen es que el movimiento democrático recuperó la iniciativa, la unidad, tiene liderazgo, política, una estrategia ampliamente apoyada y ha recobrado su capacidad de representar los deseos de cambio de la mayoría social. Logros todavía algo líquidos por las fuerzas centrifugas siempre al acecho.

El panorama arriba descrito le plantea al régimen un serio dilema, diríamos que cuasi existencial, creo que tiene básicamente dos opciones (aunque la política tiene la capacidad de sorprendernos por sus inesperados giros):

  • Admite que el continuismo no es ya realista y por tanto decide negociar en serio. Acepta el puente de plata de las elecciones y la amnistía. La emergencia de ese escenario no es fácil por la vocación totalitaria y para comunista de la cúpula gobernante, por los intereses crematísticos existentes y por los naturales temores a perder la protección del poder. Sin menoscabo de lo afirmado, lo planteado puede ser la salida más honorable para el futuro del chavismo como fuerza política. De hecho algunos amigos del régimen como Pepe Mujica han sugerido fórmulas al respecto.
  • Decide conforme al paradigma castrista resistir y mantenerse a toda costa en el poder apelando al terrorismo de Estado y reprimiendo masivamente, en otras palabras provocando un baño de sangre nunca visto en Venezuela y similar ¡qué paradoja! al impulsado por Pinochet en Chile en 1973. La misma por muchas razones supone un costo terrible para el país y para quienes la adopten, sobre todo porque hay sobre la mesa unas propuestas realistas y prácticas para esquivar ese despropósito.

Estamos ante un panorama volátil, dinámico y complicado en el cual los dirigentes del país deben hacer todo lo necesario y posible para superar constructivamente la situación.

Caracas, 29 de enero de 2019