

ESPERANZA Y RIESGOS DEL MOMENTO POLÍTICO
Después de año y medio de persecución, exilio y fragmentación, la oposición se ha reactivado. La Asamblea Nacional ha vuelto a presentarse ante el país como el único poder público existente, legitimado por una ciudadanía que lo votó abrumadoramente y con la cual restablece su necesaria sintonía. El inicio de 2019 se abrió con un nuevo período parlamentario y en semanas ha producido cambios trascendentes que han hecho renacer la esperanza de la inmensa mayoría del pueblo venezolano. Este se ha identificado de un modo indiscutible con el presidente de la Asamblea Juan Guaidó, elevado por inéditas circunstancias a la presidencia interina de Venezuela.
La población ha retornado a la calle multitudinariamente, exhibiendo sus más diversas expresiones de composición social y manifestándose en pueblos y ciudades de todos los estados del país, constituyendo hoy por hoy el más auténtico respaldo a la nueva conducción política del proceso de lucha contra la dictadura madurista.
Al mismo tiempo, en el plano exterior la renovada oposición ha recibido el resuelto apoyo de la mayor parte de los países latinoamericanos y Canadá organizados en el Grupo de Lima, de los EEUU y de una amplia mayoría de los Estados de la Unión Europea. Más de medio centenar de países del mundo confieren al movimiento opositor venezolano una fortaleza internacional sin antecedentes en sus confrontaciones anteriores con la autocracia que ha arruinado al país y condenado a la ´pobreza y al hambre a vastos sectores de la población.
Para comprender esta original situación política de Venezuela conviene destacar la importancia que ha tenido el reagrupamiento de las diferentes parcialidades de la oposición. En una demostración de sensibilidad frente a las exigencias del momento político nacional, y de capacidad para consensuar posiciones diversas, todas han cerrado filas para incorporarse unitariamente a la ruta de los tres momentos sucesivos de la lucha actual: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones presidenciales libres.
No obstante, persisten dificultades serias para avanzar en la línea trazada. La principal, sin duda, es la obcecación de Maduro y su grupo más cercano por pretender seguir en el poder, invocando para ello una legitimidad que no le reconocen ni la aplastante mayoría del pueblo venezolano ni el significativo y creciente número de países democráticos del mundo, vistas las incontables irregularidades del proceso electoral presidencial del 20 de mayo de 2018. Por otra parte, la profunda, integral e indetenible crisis nacional, cuya paternidad solo es atribuible al gobierno de Maduro, hace del todo irrazonable su pretensión continuista. Las gigantescas manifestaciones de estas últimas semanas con las que la ciudadanía ha expresado su repudio al régimen usurpador, así como el aislamiento internacional de este, deberían persuadirlo de lo absurda y nefasta que resulta su permanencia a la cabeza del país.
Esta obstinación irracional encierra un enorme peligro potencial: obra en favor de ciertos factores que dentro y fuera de Venezuela se decantan, quizás con irreflexiva precipitación o pasando por alto las complejidades del asunto, por cursos de acción que podrían tener muy lesivas consecuencias sociales y materiales. En su íngrima soledad, Maduro solo cuenta todavía con el apoyo de la cúpula de las Fuerzas Armadas, las cuestionables policías creadas para la represión política y la milicia, cuya sola existencia alimenta la épica ficticia encarnada en la hiperbólica y antidemocrática consigna de que «la Revolución llegó para quedarse». En esta tesitura, el gobierno dictatorial excluye de antemano toda posible salida electoral. La insensatez de Maduro y sus asesores de querer perpetuarse en Miraflores puede convertirse en una tragedia de grandes proporciones para el pueblo venezolano.
A este obstáculo principal, podemos agregar algunos riesgos a los cuales es indispensable prestar la atención debida: las respuestas incontroladas frente a la violencia del grupo gobernante, o la implosión por ingobernabilidad frente a las gravísimas carencias de alimentos, medicinas, gas, agua y transporte que azotan a los venezolanos, particularmente a los sectores más pobres.
Otro riesgo de naturaleza diferente es el manejo del tiempo frente a una realidad inédita y compleja respecto de la cual lucen claros los objetivos propuestos pero menos los medios y modos de alcanzarlos. La prolongación indefinida de la actual confrontación podría favorecer a quienes, aunque casi desprovistos de respaldo popular, continúan controlando abusivamente los resortes del poder político. Esta particular consideración no busca inventar obstáculos sino advertir de forma precoz sobre riesgos reales en el escenario previsible.
Las iniciativas que han desplegado el gobierno presidido por Juan Guaidó y la Asamblea Nacional dentro y fuera del país son acertadas pero es preciso que en los próximos días se materialicen exitosamente –tal es el caso en particular de la ayuda humanitaria- pues no hay mejor manera de consolidar el gobierno de transición y de asegurarse duraderamente el apoyo entusiasta de la ciudadanía. Por otra parte, es imperioso estimular la discusión del Plan País en sus aspectos fundamentales como salud, educación, transporte, alimentación e industria agroalimentaria, energía eléctrica, minería, petróleo y preservación ambiental, entre otros, sectores de la vida nacional a cuya regeneración habrá que dedicarse en el más breve plazo en el contexto general de la reconstrucción del país. Igualmente es urgente propiciar el debate sobre lo que se entiende por elecciones libres y dar desde ya los pasos necesarios para que en su momento puedan concretarse con el reconocimiento de todos.
En este tiempo de grandes esperanzas e inevitables riesgos es imprescindible mantener la unidad sólida de todas las fuerzas democráticas, sostener con firmeza la línea de acción enarbolada por el presidente encargado Juan Guaidó y no cejar en las grandes movilizaciones de masas en todo el país, ratificando de modo permanente su carácter pacífico y democrático ero a la vez su firme voluntad de lucha contra el autoritarismo usurpador que a todos humilla y empobrece.
Luis Bravo Jáuregui
José María Cadenas
Pedro Castro
Santiago Clavijo
Alix García
Luis Lander
Margarita López Maya
Luis Marciales
Carlos Monsalve
José Domingo Mujica
Pablo Peñaranda
Víctor Rago Albujas
Nota: si eres profesor de la UCV te invitamos a adherirte a este documento agregando tu nombre a la lista de firmantes en el archivo adjunto. Siéndolo o no, te agradecemos lo difundas como parte del esfuerzo colectivo indispensable para alcanzar una Venezuela distinta y mejor para TODOS.
Caracas, 12 de febrero de 2019
Ciudad Universitaria