La comunicación es la experiencia fundamental de la humanidad, por eso vale la pena dedicar un espacio a modismos, palabras y expresiones, en este caso asturianas; porque además de las aldeas, pueblos y ciudades de Asturias y España que visité entre 1958 y 1959, hay otros aspectos, como el lenguaje, la forma de hablar, que no se ubican en una aldea o localidad específica, pero que también vale la pena relatarlas.
De pequeño escuchaba a mi abuela y pensaba que esa era su forma −algo rara− de hablar y a veces, en menor grado, de mi mamá y mi tía; en todo caso, no era lo mismo que enfrentarme a esas expresiones y palabras de manera cotidiana, como lo fue en los ocho meses que viví en Asturias. Esa forma de hablar fue para mí, entonces, una cierta novedad, que trascendía a mi abuela y familia inmediata y que no imaginé antes de eso −y no comprendí sino hasta años más tarde− que reflejaba la identidad local, que yo no conocía muy a fondo debido a que me había ido de Asturias cuando solo tenía 5 años, y a pesar de haber vivido entre Guimarán y Gijón, no había tenido una experiencia muy profunda en la escuela y con otros niños.
El lenguaje y las palabras
Los asturianos no tienen un acento muy fuerte o cerrado, como en otras partes de España; es un hablar más suave, pero con algunas peculiaridades. En esa época, no sabía nada del “bable o asturiano”, que no es que hoy sepa mucho, pero sé al menos que no se trata de un idioma, que aún hoy no es reconocido como idioma oficial, como lo son el gallego, el catalán o el euskera y en esa época −en pleno franquismo− mucho menos; no era enseñado en las escuelas y aún hoy, que cuenta con una gramática y un “Diccionariu de la Llingua Asturiana”, con sus respectivas normas ortográficas −reguladas por la “Academia de la Llingua Asturiana”− y es promovido y protegido por el gobierno del Principado, solo se enseña en las escuelas de manera optativa; aparte de que ha habido −no se si persiste− una aguda polémica en torno a si se debe declarar como idioma oficial u obligatorio; naturalmente estoy al margen de esa polémica, cuyo fondo desconozco, pero es innegable que el “bable o asturiano”, es hablado por un porcentaje muy pequeño de los asturianos.
Otra cosa es lo que se habla comúnmente en la calle. En los ocho meses que pasé, casi todos en Asturias, me movía mayormente entre aldeanos, campesinos, gente de campo −y obreros, eventualmente− que hablaban “asturiano” y así como a ellos les hacía gracia la forma en que yo hablaba, a mí me parecía también muy graciosa la forma en que ellos los hacían. Ellos hablaban con su “habla común”, el de todos los días, al igual que yo, que hablaba mi “caraqueño”, pero ellos estaban en su tierra y yo era el visitante.
Asturiano vs caraqueño
Pronto comprendí, en mi ingenuidad de los 8 años, de manera muy superficial, por supuesto, que si cambiaba algunas letras al final de las palabras, si empleaba muchos diminutivos y sobre todo si anteponía el verbo al pronombre −y otras expresiones que mencionaré más adelante−, pensaba que ya había dominado esa enredada forma de hablar, a la que no estaba muy acostumbrado. Pero, internamente me rebelaba ante eso y −como ya he explicado−, me aferraba más y más a mi “cantaíto” venezolano; seseando, sin pronunciar zetas ni “ces”, y comiéndome algunas letras y silabas, al final de las palabras (“cansao”, “adioh”) Cuanto más me hablaban “asturiano” −por supuesto, no tenían otra forma de hacerlo−, como mecanismo de defensa, más caraqueño hablaba yo. Supongo que era para acentuar diferencias, para dejar sentado que yo estaba allí de manera pasajera y por un tiempo efímero. Pero si bien nos sorprendíamos mutuamente, yo les llevaba una ventaja, pues mi oído estaba más acostumbrado a su lenguaje que ellos al mío, pues como he dicho mi abuela en Caracas empleaba muchas expresiones asturianas, aunque yo lo desconociera en ese momento y atribuyera esa forma de hablar a peculiaridades de mi abuela y algo menos a mi mamá y mis tíos, por la influencia que ejercía mi abuela sobre ellos.
Cambios de letras y peculiaridades del habla asturiana
Sin pretender abarcar todas las características del lenguaje asturiano −y mucho menos elaborar un diccionario− hay ciertas palabras y expresiones particulares que a continuación resumo y que, en aquel entonces −y aún hoy−, me parecieron llamativas y ahora las entiendo un poco más.
1. Diminutivos. En Asturias, el uso de diminutivos es muy común, pero con una forma distinta a la que conocía. En lugar de nuestros habituales “ico” / “ica” o “ito” / “ita”, se emplean “ino” / “ina”, o “in” al final de la palabra: Perrin / Perrina, por perrito y perrita; pero, más que un diminutivo en sí, es un trato cariñoso y hasta para pedir un favor. Así como aquí pedimos “dame un cafecito”, allá pediríamos “dame un cafetín”
2. Cambios fonéticos característicos. Una de las marcas más distintivas del hablar cotidiano del asturiano es el cambio de letras en ciertas palabras. Algunos ejemplos que llaman la atención:
- La “e” por la “a” al final de la palabra: como en “manzanes”, por manzanas; no se trata del absurdo “lenguaje inclusivo”, así hablan cotidianamente los asturianos.
- La “i” por la “e”, en ciertas palabras, como en “esi” por “ese”: “mira esi…”
- La “f” por la “h”: “facer”, por hacer
- La “u” por la “o” al final de la palabra, que ya he comentado: “asturianu”, “camioneru”, por asturiano, camionero
- La “x” por la “g” o la “j”: como “Xixón”, por Gijón
- La “y” por la “j”, como en “vieyu”, por viejo y aquí, además, la adición de la “u” final.
3. Algunos usos. También es frecuente y muy característico asturiano, yo diría que distintivo de ese lenguaje, el uso frecuente de la “eñe” y la “ye”, que aportan una sonoridad muy particular al habla cotidiana; o la terminación de una frase con la expresión: “ho”, que es una apócope de “hombre”, para dar énfasis; si te dicen “calla ho”, probablemente no te están mandando a callar, sino que están sorprendidos por lo que dijiste.
4. Invertir el orden del pronombre y el verbo. Otra peculiaridad del habla asturiana es la colocación del pronombre después del verbo: “llámome”, por me llamó; “díjome”, por me dijo; “prestome”, por me prestó. Esta última expresión, “prestome”, además de su significado habitual, puede tener otros matices en asturiano; según el contexto, puede significar: me gustó, me hizo bien, me agradó.
5. Expresiones identitarias. Hay algunas expresiones que combinan esas peculiaridades que he descrito y que aún hoy me parecen muy singulares, llamativas.
- Una es el uso de “yes” y “ye” en lugar de “eres” y es”, que es característico de Asturias:
- “Yes muy grande”, por eres muy grande
- “Esa ye mi madre”, por esa es mi madre
- La otra es que, si algún asturiano te hace un favor y le das las gracias, muy probablemente te va a responder: “De nada, yes bobu ho?” (“De nada, eres bobo), pues aparte de la muy asturiana expresión usando el “yes” por “eres” y el “ho” al final, el asturiano considera que es de lo más normal hacer favores y no hay nada que agradecer.
Palabras singulares y modo de hablar
Algunas palabras que escuchaba de mi abuela y mi mamá −aunque no las empleaba− el uso de las mismas y muchas más, que eran parte del habla cotidiana de adultos y niños en Asturias, me sorprendían profundamente. Por ejemplo:
- “Gocho”, que yo asociaba con un tachirense o un andino, allá significaba “cerdo”.
- Una gallina era una “pita”, palabra que en Venezuela se refiere a un abucheo o una silbatina, sin relación alguna con las aves.
- Lo que para mí era un carro, en Asturias y en toda España era un coche; el término carro se reservaba para el “carro de vacas”.
- Vida o “vidina”, en diminutivo, que es una forma cariñosa de trato y equivale a nuestro “mi amor”
Con el tiempo fui descubriendo otras palabras menos comunes, pero que acabé incorporando con naturalidad mientras estuve allí. Algunas de ellas son:
- “Apañar”, que significa “recoger”; y, según el contexto, “apañar” también podía significar “resolver” algo: se las apañó, se las arregló, se las ingenió.
- “Chigre” es un bar donde se escancia la sidra.
- “Güela”, abuela; o “güelina” en diminutivo cariñoso
- “Güaje”, es un niño; lo que en otras regiones de España sería un chaval (en Asturias, chavalín) y en Venezuela, un chamo.
- “Güeyu”, ojo.
- “Rapacín”, que era la que usaba mi abuela, con el mismo significado de “guaje”: “Ye una rapacina, una neña”, por “es una chama, una niña”
Otras palabras, que quedaron grabadas en mi memoria infantil desde ese viaje, no las uso en Venezuela, pero algunas han aparecido en estos artículos, y a mis hijos y amigos les parecen fabulosas. La lista sería interminable, pero solo pondré unos pocas como ejemplo:
- “Abellugar”: cobijarse de la lluvia. Abellugó: dejó de llover.
- “Afalagar”: acariciar, halagar.
- “Babayu”: tonto, simplón, al que se le cae la baba; distinto de “bobu” o “bobín”, que es un trato cariñoso.
- “Caciplar”: curiosear, registrar, especialmente entre los trastos de la cocina.
- “Charrán”: aunque es el nombre de un ave acuática, en Asturias se usa para referirse a alguien muy hablador.
- “Castrón”: niño muy travieso o malo.
- “Escurribanda”: dispersión de una pandilla, o hacer que alguien huya.
- “Estrapayar”: estropear, destrozar; pero, “Estoy estrapayau” sería estoy muy agotado, adolorido, me siento muy mal. A mis hijos y algunos amigos les parece realmente expresiva esta palabra.
- “Ferviatu”: bebida o infusión caliente, como la manzanilla −o el té, que es menos común allá−.
- “Fartura”: abundancia, exceso, generalmente de comida; así: “fartuco/u”, significa que estás lleno, harto de comida.
- “Llambión”: si te llaman de esa manera lo único que te dicen es que te gustan los dulces.
- “Madreña”: un zueco de madera que se utiliza para caminar en las cuadras, entre el ganado. Pero tiene también un significado particular, un asturiano te diría: “Estás como una madreña”, para decirte que estás loco; o “tas como una tella”, “estás como una teja”.
- “Pación”: forraje o pasto para el ganado. En Venezuela, por el cambio de “c” por “s”, podría confundirse, fonéticamente, con pasión.
- “Picar”: tocar la puerta
- “Pota”: una olla.
- “Regatu”: arroyo o riachuelo.
- “Retafilar”: rezongar, refunfuñar, hablar mucho; también realmente expresiva esta palabra
- “Rodillo”: si te dicen: “Apáñame esi rodillu”, alcánzale el trapo que tienes cerca, porque no te están pidiendo un rodillo para amasar algo.
- “Simielgar”: sacudir; mis amigos en Guimarán “simielgaban” el nogal para “apañar” las nueces que caían, como ya conté (Ver La segunda migración (1))
Y en cuanto a expresiones, entre los miles, hay una que siempre se cita como ejemplo del “asturiano” y que me parece especialmente característica, por cómo combina palabras y sonidos propios del habla asturiana. Si preguntas a un visitante por el clima de Asturias, podría decirte coloquialmente: “Hace un frío que pela”; pero, si haces la misma pregunta a un aldeano asturiano, posiblemente te respondería: “Fay un cutu que escarabaya el peyeyu.”
Confusiones con las lenguas
Esas palabras y expresiones, y cientos más, allí las empleaban corrientemente, en su habla de todos los días y, por supuesto, en sus conversaciones conmigo; pero yo los entendía perfectamente y ellos también mi caraqueño, aunque a veces había confusiones, no necesariamente divertidas; como una vez que presencié un choque en la carretera, un poco más arriba de la casa de mi abuelo, que aunque como he dicho, pasaba un carro −o coche− cada hora, eso no impedía que se produjeran graves accidentes, como el que vi cuando uno adelantó a un camión y chocó de frente con otro que venía en dirección contraria; el resultado fueron heridos graves, pero no fatales; cuando la guardia civil vino a hacer el reporte, nos preguntaron −a mí y a la persona con quien yo andaba, en su “carro de vacas”, que veníamos más atrás y vimos todo lo ocurrido−, cómo había sido el accidente; por supuesto, yo no podía dejar de contar mi versión y de adelantarme de manera precipitada: “El carro venía detrás del camión, quiso pasarlo y chocó al otro”, e inmediatamente saltó la persona con quien yo venía y dijo que él no tenía nada que ver con el accidente, que él venía mucho más atrás en su carro, pero de vacas; mi mamá le explicaba al guardia civil que yo venía de Caracas y allí a los coches les decía carros, pero el guardia civil, con la soberbia y “chulería” propia del guardia civil de la época, le respondió: “Yo le estoy entendiendo perfectamente”… faltaría más, digo yo, ¿no?
Conclusión
La lista de palabras, expresiones y reglas gramaticales sería muy larga, al igual que la de modismos o el de ciertos acentos y maneras de pronunciar e intercambiar letras; y, como dije, no se trata de elaborar un diccionario o de compilar las reglas gramaticales del “bable o asturiano”, sino de ilustrar algunas que siempre me parecieron muy singulares y que son muy difíciles de utilizar en nuestro lenguaje cotidiano, fuera de Asturias; pero, estoy seguro de que varias de ellas les fascinarán a algunas amigas y amigos. Me referiré en el próximo artículo a otras características en materia de comidas y otras particularidades que viví en Asturias, a mis 8 años.