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Acerca de la Unidad Nacional (I)

Opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 4 min.

Bastante tiempo ha transcurrido desde que la unidad se convirtiera en clamor y reclamo del pueblo venezolano; sin embargo, aunque a primera vista todos los factores parecen coincidir en reconocer a esta como un elemento indispensable para superar la profunda, grave y peligrosa crisis generalizada que hoy padecemos, esto no pasa de ser solo eso: una apariencia. Tanto el discurso oficialista como el opositor la han convertido en lugar común; pero, tal como expresa la conseja popular: “del dicho al hecho hay mucho trecho”.

En realidad, la crisis no ha motivado cambios de fondo en las políticas de exclusión, división y control social implementadas por el Estado boliburgués que jefatura Maduro. Sin variar el discurso y consciente de su utilidad como mecanismo para mantener el poder, lejos de corregir su actitud, las ha profundizado deliberadamente. En el campo de la oposición al régimen, se mantiene de palabra que la Unidad Nacional es un elemento estratégico indispensable para conquistar el poder, constituir un Gobierno de Unidad Nacional y ejecutar un Programa de Emergencia para la transición; pero, no todos los factores hacemos la misma interpretación sobre esto. Mientras unos consideramos que los tres elementos mencionados constituyen una unidad dialéctica, que son interdependientes y que deben ser trabajados de manera sincrónica, otros los entienden como un orden secuencial que debe ser abordado de igual manera. Algunas de estas apreciaciones llegan a extremos tales, que consideran que la unidad sirve para cambiar al presidente; pero, que una vez logrado esto, entraríamos a una supuesta etapa democrática que no la haría tan necesaria. Para graficar su criterio, utilizan la tétrica y lamentable figura: “lo importante es salir de Maduro, después nos matamos”. Pero, además no son pocos los factores que ejecutan acciones que, en función de sus particulares intereses, han obstaculizado posibilidades ciertas de avanzar hacia el logro de la tan reclamada unidad.

Estas circunstancias han producido graves efectos en ambos campos; pero, en esta oportunidad voy a referirme principalmente a lo que ocurre y puede ocurrir en el campo de la oposición. Reconozco que para llegar al momento actual habría que analizar, previamente y con detenimiento, la formación y desarrollo histórico y político de lo que genéricamente ha sido denominado como “la oposición”; sin embargo, por razones de tiempo y espacio dejo en manos de mis lectores esta tarea. Como es sabido, este campo es sumamente heterogéneo y disperso; en consecuencia, más allá del discurso, también se asumen distintas posiciones respecto al tema en cuestión. Perfectamente, podemos aceptar que en determinados casos estas podrían obedecer a los niveles de desesperación a los cuales nos ha conducido la gravedad de la crisis y la prolongada permanencia del régimen en el poder; pero tampoco podemos negar, y así ha quedado evidenciado en múltiples oportunidades, que estos criterios se han convertido muchas veces en verdaderos obstáculos para el avance hacia la ansiada unidad nacional.

Antes de continuar, creo necesario aclarar, que me ubico entre aquellos que consideran que la unidad nacional es, primeramente, un nivel de conciencia colectiva en torno a determinados objetivos políticos, económicos y sociales; el cual, se alcanza progresivamente y no solo de manera espontánea. La unidad nacional no es una abstracción; pues, a diferencia de lo que algunos pueden creer, esta puede medirse perfectamente en términos de organización, de movilización y de resultados electorales, entre otros. En tal sentido, pienso que es posible llegar a construir este estado de conciencia colectiva a través de dos maneras principales; las cuales se desarrollan de forma paralela e inter relacionadas entre sí. Son estas las siguientes:

1. Por el aprendizaje del pueblo en su propia dinámica de lucha política, económica y social.

2. Mediante un complejo proceso de acciones planificadas y desarrolladas de manera sistemática y consciente por una organización amplia, democrática y unitaria que tenga esta gran tarea entre sus principales objetivos.

Podemos inferir que los actuales niveles de conciencia política del pueblo venezolano derivan del aprendizaje adquirido a través de su historia; y particularmente, de sus últimas experiencias de lucha contra el actual régimen. Esto incluye victorias y derrotas, avances y retrocesos, errores y aciertos, entusiasmos y decepciones. Asimismo, no se puede obviar que el proceso para alcanzar la unidad nacional requerida, no se podrá desarrollar efectivamente, si no se toman en cuenta las condiciones objetivas y subjetivas que determinan el comportamiento de la sociedad venezolana en general.

Es muy importante tener esto presente, sobre todo, en momentos en los que se ha producido el lanzamiento de dos plataformas que, en principio, persiguen similares objetivos: una, de la sociedad civil: Venezuela Unida No Se Rinde; y otra, que integra a partidos políticos y sociedad civil: Frente Amplio Venezuela Unida. En ambos casos, se han manifestado ya las lógicas contradicciones entre las visiones burocráticas y hegemonicistas, al más puro estilo MUD, con las concepciones democráticas, de cambio real, y no limitadas al exclusivo cambio de gobierno. Si no se permite la participación democrática y protagónica de los diversos sectores que conforman la sociedad venezolana, si no se invierten esfuerzos en la búsqueda de consensos, y esto se sustituye por métodos de “representatividad” y procedimientos electoralistas, no se lograrán los objetivos esperados.

Maracay, 22 de abril 2018