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El nuevo capitalismo en Estados Unidos

opresión
Tiempo de lectura: 6 min.

Lo llamé “nuevo capitalismo” en mi libro Capitalismo, nada más, publicado en 2019. ¿Qué tiene de nuevo? En el capitalismo clásico de los economistas europeos del siglo XIX, las sociedades capitalistas estaban compuestas por dos clases: quienes poseen capital (o, en terminología marxista, “los medios de producción”) y quienes no lo poseen y, para sobrevivir, venden su fuerza de trabajo a los capitalistas. Era un esquema tosco, pero no incorrecto, del mundo tal como existía en las economías avanzadas del siglo XIX y principios del XX. (En economías menos desarrolladas, la propiedad de la tierra y el poder político –a menudo asociado con ella– desempeñaban un papel más importante).

Ese capitalismo cambió en el siglo XX con el surgimiento de lo que muchos denominaron una nueva “clase gerencial”. El ascenso de los gerentes –personas que no son propietarias de los medios de producción ni simples trabajadores, sino que administran esos medios para capitalistas ociosos jugando al golf en Florida– fue anunciado en el clásico de James Burnham de 1941, y luego desarrollado por Joseph Schumpeter, Raymond Aron, John Kenneth Galbraith y Daniel Bell, entre otros, en las décadas de 1960 y 1970. En la misma línea se sitúa un libro más reciente: Managerial capitalism: ownership, management and the coming new mode of production, de Gérard Duménil y Dominique Lévy. Para una discusión crítica sobre este tema, véase Nicole Aschoff en Jacobin.

La percepción del capitalismo como una sociedad tripartita, con los gerentes ascendiendo como nueva clase dominante, retomaba un contraste que Marx había identificado pero nunca resuelto del todo: la doble función del capitalista como proveedor de los medios de producción y como organizador de su uso (o, dicho en términos walrasianos, capitalista y empresario). Lógicamente, estas dos funciones podían separarse, y de hecho así ocurrió. Esa separación –según argumentaban los autores mencionados– generó una nueva y tercera clase: la de los gerentes. Un artículo reciente de Alexandre Chirat analiza este fenómeno desde una perspectiva marxista.

Pero la “revolución gerencial” fue exagerada. Nunca se materializó, ni lo está haciendo ahora. Los gerentes, como tales, nunca lograron consolidarse como una tercera clase. Lo que ocurrió en cambio –como sostuve en mi libro de 2019 y confirman varios artículos recientes– fue el ascenso de una élite homopluótica en Estados Unidos y en otras economías capitalistas avanzadas. ¿Qué es la homopluotia? Como suele ocurrir ante fenómenos nuevos, recurrimos al griego para acuñar un término: “misma riqueza”, es decir, personas ricas tanto en “capital humano” (ingresos laborales) como en capital productivo y financiero (ingresos del capital). La élite homopluótica está formada por personas que se encuentran simultáneamente entre los capitalistas más ricos y los trabajadores mejor remunerados. Pueden ser directores ejecutivos del sector financiero, ingenieros, médicos, desarrolladores de software (y por tanto con salarios elevados) y al mismo tiempo tener suficiente riqueza financiera como para situarse también en la cúspide de los ingresos del capital. Ese capital puede ser heredado o producto del ahorro acumulado a lo largo de sus vidas gracias a sus altos salarios. No sabemos cuál de estos canales predomina, ya que se trata de un campo de investigación nuevo y todavía no se han utilizado datos longitudinales que permitan responder esa pregunta.

Empíricamente, analizamos la homopluotia de la siguiente manera: tomamos el decil superior (el 10 % más rico) por ingresos después de impuestos en Estados Unidos, y calculamos cuántos de ellos están simultáneamente en el decil superior por ingresos laborales y en el decil superior por ingresos del capital. En el capitalismo clásico, esperaríamos que casi todos los que están en el decil superior por ingresos totales obtuvieran la mayor parte de esos ingresos de la propiedad del capital, y casi ninguno estaría entre los trabajadores mejor pagados. Ser rico y ser capitalista eran prácticamente sinónimos. De hecho, esto es precisamente lo que todavía se observa en economías capitalistas menos desarrolladas como Brasil o México.

En cambio, en economías capitalistas más avanzadas como Estados Unidos, vemos que casi un tercio de las personas con mayores ingresos están tanto entre el 10 % de trabajadores mejor pagados (según ingresos laborales) como entre el 10 % de capitalistas con mayores ingresos (según ingresos del capital). Además, la importancia de la homopluotia no ha dejado de crecer en los últimos cuarenta años.

El gráfico a continuación, tomado de un artículo que he escrito con Yonatan Berman, documenta este fenómeno usando tres fuentes de datos distintas: la Current Population Survey de EEUU (encuesta de referencia sobre ingresos en el país, estandarizada por el Luxembourg Income Study, LIS), la Survey of Consumer Finances (que se centra tanto en riqueza como en ingresos) y las Cuentas Nacionales Distribucionales (DINA), desarrolladas originalmente por Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, que combinan datos fiscales, encuestas y cuentas nacionales. Las tres fuentes cuentan la misma historia: la proporción de ricos homopluóticos ha pasado de un quinto del decil superior en los años 80 a casi un tercio en la actualidad. Además, Berman y yo estimamos que alrededor del 20 % del aumento de la desigualdad de ingresos en EEUU desde 1980 hasta hoy puede explicarse por el ascenso de la homopluotia, manteniendo constantes todos los demás factores y permitiendo únicamente el aumento de la coincidencia entre altos ingresos laborales y del capital en las mismas personas. El efecto de la homopluotia es más fuerte que el del aumento de la participación del capital. Dicho de forma simple: no solo ha subido la participación del capital en los ingresos; lo más relevante es que esa mayor participación ha ido a parar a personas cuyos salarios ya eran elevados. Las narrativas sobre el aumento de la desigualdad ya no pueden obviar este fenómeno.

Nota: El gráfico muestra la proporción de personas en el decil superior de ingresos totales en EEUU que están a la vez entre los capitalistas más ricos (decil superior por ingresos del capital) y entre los trabajadores más ricos (decil superior por ingresos laborales).

¿Por qué importa la homopluotia? Podría parecer un fenómeno positivo, ya que borra la distinción de clase entre capital y trabajo. Tenemos aquí individuos que en su propia persona extinguen una distinción crucial que fue origen de luchas de clases y revoluciones. ¿Qué tendría de malo eso? ¿No deberíamos celebrar este avance? Sí, en ciertos aspectos, pero no en muchos otros. La homopluotia también representa la creación de una nueva élite resistente a los choques en los mercados laboral y de capital, y capaz de mantener su posición incluso si la rentabilidad del capital (como el suyo) cae, o si sus empleos altamente cualificados dejan de ser tan bien remunerados. Es una élite resistente a los shocks macroeconómicos, compuesta por personas muy capacitadas, formadas en las mejores instituciones y probablemente convencidas de merecer su estatus superior. A diferencia de los capitalistas tradicionales, la élite homopluótica siente que se ha ganado sus altos ingresos: tienden a olvidar convenientemente la parte de capital y centrarse en la parte laboral, para la que se han preparado y en la que trabajan duro. Tres elementos se enlazan aquí: la propiedad de grandes capitales, un nivel educativo muy alto y un empleo muy bien remunerado. Así, en lugar de una sociedad de clases como la del viejo capitalismo, tenemos ahora una sociedad gobernada por una élite. En su propia figura, esta élite trasciende la contradicción entre capital y trabajo, pero lo hace “a costa” de distinguirse del resto de la población: es decir, creando una élite situada en la cúspide social.

El nuevo capitalismo es visible en todos los países avanzados. El gráfico siguiente, basado en datos del Luxembourg Income Study (LIS), muestra el porcentaje de personas en el decil superior de ingresos totales que son homopluóticas: la proporción va desde casi el 30 % en Estados Unidos e Italia hasta el 16 % en Japón y Corea del Sur. Pero en países capitalistas menos desarrollados (Hungría, Brasil, México), es inferior al 10 %. Por cierto —y quizás sea relevante— los datos de China en 2013 muestran que el porcentaje homopluótico supera al de cualquier otro país, alcanzando el 32 %.

Nota: El gráfico muestra el porcentaje de hogares ricos en ingresos laborales que también son ricos en ingresos del capital (pertenecen al decil superior por ambos tipos de ingresos), con base en datos de LIS para los años 2015-2018.

La élite estará plenamente formada e inexpugnable cuando quizá el 80 o 90 % del decil de ingresos más altos sea homopluótico. La sociedad dividida en clases del pasado desaparecería para dar lugar a una sociedad gobernada por una élite, para la cual las teorías económicas y políticas de la dominación elitista quizá resulten más pertinentes que el análisis de clases marxista tradicional.

Traducción del inglés de Daniel Gascón. 

Publicado en el Substack del autor.

Edición México

N° 320 / Agosto 2025

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