Pasar al contenido principal

Mamdani. La demonización de las etiquetas.

Quijote
Tiempo de lectura: 2 min.

¡Que horror!

¡Es demócrata, musulmán y socialista. La gente saldrá en estampida de Nueva York....!

¡Estadía Unidos se jodió, como ya lo hizo Europa ...!

Siempre he pensado que entre los rasgos que caracteriza a los necios están la facilidad y ligereza con la que etiquetan a las personas, y el miedo atávico al cambio. Ese miedo a quien no se parece y no piensa como ellos. Al que habla un idioma incomprensible, lleva una indumentaria extraña y come cosas raras. 

Miguel de Unamuno decía: “El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando”.

El norteamericano blanco, rural, inculto, ese que vota por Trump, no tiene, como su líder, la menor noción de dónde queda Filipinas, que idioma se habla en Armenia, ni a que continente pertenece "Columbia". Ve con horror que a su vecindario llegue alguna familia con tez morena y que desde su cocina se desprendan olores a berenjenas asadas. "Esos personajes deberían regresar a sus países, como los negros al sur, a las plantaciones de algodón". 

Todo socialista es mierda-, dice obcecado como Milei, ignorando la evidencia histórica de que países como España o Chile pasaron de dictaduras oprobiosas a la modernidad con gobiernos socialistas incuestionables como los de Felipe González o Michelle Bachelett. Ignora que gobiernos como el de Pepe Mujica, Lula da Silva o López Obrador, a pesar de sus máculas, hicieron crecer el PIB de sus países, consolidaron sus monedas y la producción nacional, disminuyendo la pobreza, de acuerdo a todos los indicadores de la ONU. Probablemente desconocen que la Europa moderna ha pasado por experimentos socialistas beneficiosos, como el de Miterrand en Francia u Olaf Palme en Suecia.

Prefieren no recordar que en el pasado, los cristianos fueron tan o más sanguinarios e intolerantes que los musulmanes de Al Quaeda y que las mujeres eran asadas a la parrilla por los defensores de la fe, simplemente por inspirar pensamientos impuros.

A pesar de los embates autocráticos del actual ocupante de la oficina oval, la democracia norteamericana es suficientemente fuerte como permitir experimentos sociales, aparentemente exóticos como el de Mamdani, que permiten los contrapesos para que personajes como Trump no caigan en la tentación de eternizarse en el poder al estilo Bukele, Putin o Maduro. 

Si la ciudad de Nueva York se equivoca con Mamdani, éste pasará a la historia de los olvidados, como probablemente pasarán, por ejemplo,  Petro y Boric: sin pena ni gloria en la historia latinoamericana. Pero a mi entender, el equilibrio de poderes, la alternancia y diversidad ideológica son las vitaminas de la democracia y la libertad. Y no olvidemos que los grandes saltos civilizatorios del último siglo se dieron precisamente en las sociedades más libres y diversas del orbe.