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Las mujeres lideran la lucha de Venezuela por la democracia

femicidio
Tiempo de lectura: 12 min.

La mañana del 10 de octubre de 2025, el secretario del Comité Noruego del Nobel, Kristian Berg Harpviken, hizo una llamada a la líder opositora venezolana María Corina Machado, escondida en algún lugar de Venezuela. Cuando Machado contestó, Harpviken se presentó y, visiblemente conmovido, dijo: "La llamo para informarle que en unos minutos se anunciará aquí en el Instituto Nobel que usted será galardonada con el Premio Nobel de la Paz de 2025".

Machado respondió asombrada: "¡Dios mío! ¡Dios mío!". Y continuó diciendo: "Le agradezco mucho, pero espero que entienda que esto es un movimiento. Esto es un logro de toda una sociedad. Yo soy solo una persona... Ciertamente no merezco esto".

En su declaración oficial al recibir el premio, Machado siguió enfatizando la dimensión colectiva del reconocimiento: "Recibo este premio en nombre del pueblo de Venezuela, que ha luchado por su libertad con admirable coraje, dignidad, inteligencia y amor", añadiendo: "Hemos construido un formidable movimiento cívico, superando las barreras que el régimen creó para dividirnos, y hemos unido a la nación en torno a una poderosa aspiración: paz en libertad".

Mujeres y poder en Venezuela

Venezuela declaró su independencia del Imperio español en 1811. Pasó más de un siglo, hasta 1945, antes de que la democracia llegara por primera vez al país. Ese intento inicial fue efímero: después de solo tres años, un golpe de estado dio paso a una década de gobierno militar. Pero la democracia regresó en 1958, dando origen a un sistema político relativamente estable que perduraría durante cuatro décadas. Luego, en 1998, Hugo Chávez llegó al poder, y el curso de la historia venezolana cambió una vez más.

Esta breve descripción de la historia política de Venezuela subraya una realidad sorprendente: el país nunca ha sido liderado por una mujer. Durante 214 años de vida republicana, el camino de Venezuela siempre ha sido determinado por hombres. Esta realidad histórica y cultural fomentó una configuración masculina del poder, moldeando las normas de comportamiento y dejando profundas huellas en las dinámicas políticas y sociales. Como en muchos otros países de América Latina, Venezuela presenta rastros de misoginia que históricamente han obstaculizado la participación de las mujeres en los pasillos del poder.

Sin duda, la era democrática inaugurada en 1958 creó condiciones que superaron parcialmente estos obstáculos. Durante ese período, mujeres destacadas participaron en la vida pública y contribuyeron significativamente al desarrollo del país: mujeres gobernadoras, alcaldesas, parlamentarias y ministras, pioneras que abrieron caminos para nuevas generaciones.

El ascenso del régimen chavista-madurista, sin embargo, ha deshecho muchos de los logros que las mujeres alcanzaron bajo la democracia del siglo XX. Bajo Nicolás Maduro, en particular, las mujeres han sufrido violencia estructural, represiva e institucional. La reacción del dictador al recibir Machado el Premio Nobel ejemplifica este declive: la denunció como "la bruja demoníaca de la Sayona" y afirmó que "el 90 por ciento de la población la rechaza".

Según El Libro Violeta de la represión en Venezuela, la tasa de embarazo adolescente en Venezuela "duplica el promedio regional, alcanzando 97.7 por cada 1,000 niñas y mujeres entre 15 y 19 años". Las mujeres también luchan solo para llegar a fin de mes: "el 75 por ciento de las mujeres gana menos de 200 USD al mes, y solo el 3 por ciento puede permitirse la canasta básica de alimentos familiar". Y entre enero y septiembre de 2024 solamente, 127 mujeres fueron asesinadas en Venezuela.

Las mujeres también han sufrido la represión estatal. La Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos de las Naciones Unidas sobre la República Bolivariana de Venezuela dedicó una sección de su informe de septiembre de 2025 a la "violencia sexual y de género", que documenta formas de abuso sexual "dirigidas particularmente contra mujeres, niñas y adolescentes". Tras la victoria electoral del candidato opositor Edmundo González Urrutia en la votación presidencial de Venezuela de julio de 2024, la Misión de la ONU registró 2,220 detenciones, incluyendo 218 niños, lo que sin duda incluyó a mujeres y niñas, e incidentes de "extorsión sexual contra mujeres, a quienes se les ofrecía libertad o mejores condiciones de detención a cambio de favores sexuales". La Misión también recibió "testimonios e información de víctimas, familiares, testigos y organizaciones sobre, entre otras cosas, sexo transaccional coercitivo, registros invasivos que implicaban desnudez forzada, violencia reproductiva y posibles actos de esclavitud sexual o prostitución forzada".

No existen estadísticas oficiales sobre mujeres presas políticas en Venezuela. Según Foro Penal, una ONG que registra a los presos políticos en Venezuela, 101 mujeres están actualmente encarceladas, incluyendo a Dignora Hernández, miembro de la junta directiva nacional de Vente Venezuela; Rocío San Miguel, directora de la ONG Control Ciudadano; y María Oropeza y Catalina Ramos, ambas miembros de Vente Venezuela.

Más allá de las fuerzas visibles de la desigualdad estructural y la represión, las mujeres venezolanas han sufrido otra forma de violencia más insidiosa: la institucional. Bajo Maduro, los propios órganos del Estado han sido instrumentalizados para despojar a los ciudadanos de sus derechos políticos, siendo las mujeres prominentes que lideran la lucha democrática quienes soportan el peso de este asalto sistemático.

Varios casos notables destacan este patrón. En enero de 2024, el Tribunal Supremo de Justicia impidió a María Corina Machado participar en las elecciones presidenciales. Poco después, también bloqueó la candidatura de Corina Yoris, quien había sido seleccionada por unanimidad por las fuerzas de la oposición para reemplazar a Machado. Estas inhabilitaciones se suman a las de María Beatriz Martínez, presidenta de Primero Justicia; Adriana Pichardo, coordinadora política de Voluntad Popular; y Andrea Tavares, secretaria general de La Causa R, entre otras.

De Núcleos Locales a Influencia Nacional

El movimiento de liberación nacional de María Corina Machado ha tomado forma y crecido a pesar de este ambiente hostil. Lejos de ser silenciadas, las mujeres han afirmado su liderazgo en todos los niveles de participación política, demostrando que la determinación y el coraje pueden florecer incluso en las condiciones más duras.

Esto es especialmente cierto en las "bases"—los núcleos locales de organización política y social que están más estrechamente conectados con los ciudadanos comunes. La participación política de las mujeres a nivel de base es notablemente alta. Si bien aquellos con experiencia trabajando en Venezuela pueden confirmarlo fácilmente, los datos empíricos son algo limitados. Pero existen algunos indicadores que demuestran esta tendencia. Para empezar, las mujeres constituyeron la mitad (49 por ciento) del equipo electoral que defendió los votos de los venezolanos el 28 de julio. Según el experto electoral Javier Martucci de Comando con Venezuela, el grupo que coordinó la observación electoral de base y los esfuerzos de tabulación paralela de votos de 2024, 15.180 mujeres sirvieron como testigos electorales principales (50,6 por ciento) en los centros de votación; 62.000 mujeres fueron testigos electorales suplentes u ocasionales; 54.549 mujeres formaron parte de los equipos que brindaron apoyo logístico a quienes trabajaban en los centros de votación; y 6.151 mujeres se desempeñaron como "capitanas" de centros de votación, responsables de supervisar las actividades del día de las elecciones. Más de 11.000 mujeres escanearon diligentemente los resultados electorales proporcionados en el código QR del acta oficial y los reportaron al equipo electoral de Comando con Venezuela.

Las mujeres también son extremadamente prominentes en los partidos de Venezuela, desde el nivel más local hasta el nacional.

Según Edinson Ferrer, vicepresidente nacional del partido político Primero Justicia, el 75 por ciento de los jefes de los comités parroquiales de su partido son mujeres. Por lo tanto, quienes dirigen la participación política local más cercana al terreno son predominantemente mujeres. Esta tendencia se refleja en otros partidos de oposición, incluidos Voluntad Popular y el partido Vente Venezuela de María Corina Machado. Machado no solo lidera Vente Venezuela, sino que su segunda al mando también es una mujer: Magallí Meda. En 2024, Meda pasó 412 días refugiada en la Embajada Argentina en Caracas y actualmente vive en el exilio.

A nivel nacional, la Plataforma Unitaria Democrática—la coalición de ocho partidos de oposición que postuló a González como su candidato presidencial de 2024 después de la inhabilitación de Machado—ofrece evidencia similar. De sus partidos miembros, la mitad (Primero Justicia, Voluntad Popular, La Causa R y Encuentro Ciudadano) están representados por mujeres en el máximo órgano de toma de decisiones de la coalición.

La Fuerza Distintiva de las Mujeres Líderes de Venezuela

Las mujeres que impulsan el movimiento de liberación nacional de Venezuela demuestran algunas cualidades clave. Primero, estas mujeres se han hecho a sí mismas: su éxito es producto de sus propios esfuerzos y determinación. No llegaron a sus puestos de liderazgo a través de cuotas de género o concesiones simbólicas; se los ganaron. En algunos contextos autoritarios, las mujeres pueden asumir roles políticos inesperadamente, ocupando espacios vacantes por la represión, como sucedió con Sviatlana Tsikhanouskaya, quien asumió la candidatura de su esposo en las elecciones presidenciales de Bielorrusia de 2020 después de su arresto y encarcelamiento. Las actuales mujeres líderes en Venezuela, sin embargo, conllevan décadas de su propia experiencia política. Estas mujeres, con edades comprendidas entre los cuarenta y los sesenta años, han superado obstáculos con coraje, perseverancia y una resolución inquebrantable. Se mantienen firmes en sus creencias, pero permanecen abiertas a construir consenso y encontrar soluciones prácticas a los problemas, enfrentando los desafíos con un fuerte sentido de pragmatismo. Su madurez importa: refleja un liderazgo forjado en el crisol de la lucha, moldeado y fortalecido en un ambiente implacable y hostil.

En particular, su discurso no gira en torno a las agendas feministas tradicionales. En cambio, sus argumentos políticos abordan desafíos nacionales más amplios como superar la pobreza, fortalecer la seguridad y reconstruir el estado. Si bien su liderazgo conlleva una perspectiva distintivamente femenina, no sigue explícitamente la retórica feminista convencional. Finalmente, estas mujeres encarnan un abanico de perspectivas políticas, desde el centro-derecha hasta el centro-izquierda. Machado se define como liberal; María Beatriz Martínez como centrista-humanista; Adriana Pichardo como progresista; y Andrea Tavares como socialdemócrata. Sin embargo, a pesar de esta diversidad, el movimiento permanece unido, elevándose por encima de las divisiones ideológicas y manteniéndose firmemente arraigado en los valores democráticos compartidos.

El Liderazgo de Machado por Dentro

Además del contexto hostil en el que surgió el movimiento de María Corina Machado y el papel prominente de las mujeres dentro de él, Machado misma posee varias cualidades de liderazgo distintivas que han ayudado a dar forma al panorama de la oposición política de Venezuela:

Primero, trabajo duro. María Corina Machado se unió a la lucha por la democracia venezolana hace más de veinte años, trabajando para la asociación civil Súmate. En 2012, fundó su partido político, Vente Venezuela. Cultivó su liderazgo cuidadosa y pacientemente con disciplina y un propósito claro, y una visión a largo plazo. Diligente, organizada y metódica, las cualidades personales de Machado no solo han moldeado la cultura institucional de su propio partido, sino que también han influido en la dinámica más amplia de la oposición.

Segundo, coherencia. Un amigo que forma parte del equipo estratégico de Machado me dijo una vez: "Con ella, puedes estar seguro de una cosa: lo que dice en privado, lo dirá en público, incluso si es impopular". De hecho, el suyo es un liderazgo profundamente principista, basado en convicciones inquebrantables.

Tercero, confianza. Esta coherencia se traduce en confianza. Una vez, después de una exitosa gira política por el interior de Venezuela, Machado me dijo que se había sentido profundamente conmovida cuando las madres le entregaban a sus bebés en medio de enormes multitudes. "Si una madre me confía a su hijo de esa manera", dijo, "es porque confía en mí, y es mi deber confiar en ella también". Para Machado, la confianza es un valor político fundamental, quizás incluso superior a la competencia técnica. Ella inspira y exige confianza, una actitud probablemente moldeada por las constantes amenazas que ha enfrentado bajo el régimen autoritario.

Cuarto, resiliencia. Cuando se anunció la candidatura presidencial de González, Machado declaró: "Hemos superado todos los obstáculos. Los días más importantes de nuestras vidas están por delante. Estamos dándolo todo, pero tendremos que dar aún más". Este es el espíritu con el que ha liderado el movimiento de Venezuela por el cambio político. Una y otra vez, ha convertido los obstáculos del régimen en oportunidades, forzando errores de cálculo que lo han debilitado. Tal fue el caso de las primarias de la oposición, la candidatura de González y las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. Aunque Venezuela aún no ha hecho la transición a la democracia—y sigue siendo incierto cuánto tiempo llevará ese viaje—, la oposición bajo el liderazgo de Machado ha mostrado una resiliencia extraordinaria que ha erosionado efectivamente el régimen de Maduro.

Quinto, generosidad. El eslogan del movimiento de liberación nacional de Machado—Hasta el final—surgió espontáneamente durante los eventos de campaña. Un día, la multitud comenzó a corearlo para expresar su compromiso existencial con el cambio político. Poco después, la campaña lo adoptó como su lema oficial. Ir "hasta el final" significa darlo todo por la libertad de Venezuela. Es un programa político que exige una inmensa generosidad y sacrificio, cualidades que Machado ha encarnado. Ella ha estado oculta durante los últimos quince meses, viviendo en un lugar seguro donde su único contacto con el mundo exterior es a través de su teléfono. Al recibir la noticia de su premio, dijo: "Necesito que alguien me dé un abrazo".

Sexto, fe. María Corina Machado es hija, hermana, esposa, madre y amiga. Con fuerza y dignidad, ha hecho sacrificios extraordinarios en nombre de la lucha política, y su ejemplo ha conmovido a la nación. Su generosidad y fuerza descansan en un fundamento espiritual. Sus padres católicos le inculcaron valores cristianos, que fueron reforzados por las escuelas a las que asistió. Estudió primero en la Academia Merici, una escuela para niñas dirigida por las hermanas Ursulinas, y luego obtuvo un título en ingeniería en la Universidad Católica Andrés Bello. En casi todas las fotografías se la ve sosteniendo un rosario. Esto no es un mero accesorio de moda, sino un símbolo de fe que lleva con profunda devoción.

Para Machado, la política nunca es solo estrategia o debate. Es una batalla espiritual entre el bien y el mal. Una y otra vez, ha hablado de sentir la mano de Dios guiándola en los momentos más difíciles. Esta fe profunda hace más que inspirarla; moldea cada decisión, cada paso de su liderazgo. Ella enfrenta los desafíos con humildad y una fe inquebrantable en que, al final, la última palabra no pertenece a los humanos, sino a Dios.

La Lucha Continúa

La historia de María Corina Machado no es solo de coraje personal, sino de un movimiento que soporta una adversidad extraordinaria. Su Premio Nobel de la Paz honra el esfuerzo colectivo de los venezolanos que se enfrentan a la represión, la desigualdad estructural y la violencia institucional.

En un país donde la democracia a menudo ha sido frágil y las mujeres históricamente marginadas, el liderazgo de Machado demuestra cómo el principio, la fe y la persistencia pueden sostener la resistencia cívica. Las mujeres en el corazón de su movimiento—hechas a sí mismas, experimentadas e ideológicamente diversas—demuestran que el liderazgo se gana con esfuerzo, resiliencia y claridad estratégica.

Sin embargo, el premio es también un desafío para el futuro de Venezuela: convertir el reconocimiento en ganancias reales, paz acompañada de libertad y justicia. El ejemplo de Machado y el movimiento que lidera subrayan una verdad aleccionadora: el progreso democrático nunca está garantizado. Lograrlo exige coraje sostenido, estrategia cuidadosa y un compromiso inquebrantable con los principios, incluso frente a un poder arraigado.

Traducido por Aria

https://www.journalofdemocracy.org/online-exclusive/women-are-leading-venezuelas-fight-for-democracy