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Las ideologías y la economía

Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 3 min.

En 2008, las economías de Estados Unidos y la Eurozona eran aproximadamente del mismo tamaño. Hoy, el PIB nominal per cápita de EE.UU. es casi el doble que el de Europa. ¿Qué ocurrió en el camino? Desde 2010, el crecimiento económico europeo prácticamente se ha estancado, mientras que EE.UU. ha despegado en sectores clave como tecnología, energía e inteligencia artificial. Recientemente, dos titulares lo resumieron todo: “La UE amplía sus metas climáticas” y “El desempleo en la Eurozona alcanza el 6,3%”. En comparación, el desempleo en EE.UU. es de apenas el 4,1%. Como decían los romanos: causa y efecto.

Europa ha sido víctima de su propia planificación central. Paradójicamente, uno de los responsables indirectos del estancamiento de Europa ha sido el alarmista sobre el cambio climático—basada en modelos imprecisos—fue tomada como dogma. Alemania impuso leyes que priorizaron la energía solar incluso en regiones con poca luz, como Düsseldorf. Resultado: 55% de su generación energética proviene de renovables, encareciendo la energía para sus ciudadanos y volviéndose dependientes del gas natural ruso como respaldo.

España, con 56% de renovables, sufrió un apagón masivo en abril debido a la inestabilidad en la generación energética, que incluso arrastró a partes de Portugal. EE.UU., con solo 21% de renovables, mantiene estabilidad y costos razonables.

Canadá: atrapado entre la burocracia y la complacencia. En Canadá se ve claramente el impacto de las ideologías sobre las economías. A pesar de su cercanía geográfica y cultural con EE.UU., ha tomado un camino más cercano al europeo. Con políticas climáticas agresivas, una burocracia creciente y una clase empresarial menos crítica, su crecimiento económico per cápita también se ha rezagado frente a EE.UU. Además, los costos de energía y vivienda son altos, y las empresas tecnológicas canadienses rara vez alcanzan escala global. Mientras EE.UU. produce gigantes como Apple, Google y Nvidia, Canadá no tiene una sola empresa tecnológica en el top 50 mundial.

China: de fábrica global a amarres regulatorios. China, por otro lado, pasó de ser la fábrica del mundo a una economía atrapada por una agenda geopolítica que no es económica. Aunque su crecimiento fue impresionante por décadas, ahora sufre una fuerte desaceleración. El control del gobierno sobre los mercados, los frenos al sector tecnológico y las tensiones geopolíticas han frenado la inversión extranjera. EE.UU., en contraste, atrae capital global, talento y sigue liderando en innovación.

El modelo estadounidense: innovación, inversión de riesgo y practicidad económica. EE.UU. domina en sectores clave del futuro: inteligencia artificial, computación en la nube, redes sociales, semiconductores. Sus cuatro principales empresas cotizadas valen más que las 402 empresas del índice MSCI Europa juntas. Empresas como ASML (Países Bajos), SAP (Alemania) o Novo Nordisk (Dinamarca) son excepciones europeas, y ninguna compite en escala con Microsoft, Amazon, Meta o Nvidia.

Europa, por su parte, se ve atrapada en políticas laborales que desalientan la productividad: leyes que prohíben comunicarse fuera del horario laboral, el “derecho al descanso” en Portugal, y la costumbre de tomar todo agosto de vacaciones. Difícil competir así con programadores en San Francisco que trabajan 80-100 horas semanales en startups de IA.

El peso muerto del estado. El crecimiento también se ve obstaculizado por el tamaño del estado. Los países europeos prometieron a la OTAN gastar 5% del PIB en defensa, pero difícilmente recortarán su estado de bienestar para financiarlo. Lo más probable es que aumenten impuestos, drenando aún más capital del sector productivo.

Polonia demuestra que hay otro camino. Desde que salieron las últimas tropas soviéticas en 1993, su PIB nominal per cápita ha crecido casi ocho veces. Es la sexta economía más grande de Europa y la de mayor crecimiento. Su receta: liberalización, mercado, digitalización y menos planificación central.

EE.UU., con todos sus defectos, sigue siendo una economía abierta, dinámica y basada en la innovación y la inversión privada. Los políticos estadounidenses hacen todo mal menos frenar esa inversión privada o desincentivarla. A pesar de errores propios como aranceles al cobre o políticas verdes inconsistentes, sigue liderando.

Las economías que limitan el riesgo, castigan el emprendimiento y favorecen la burocracia tienden al estancamiento. Europa cayó en esa trampa. Canadá y China, por diferentes caminos, también enfrentan los costos de la regulación excesiva y la falta de atracción para la inversión. La lección es clara para Venezuela: más libre mercado, menos planificación central. Más incentivos al riesgo, menos miedo al crecimiento. 

X: @alejandrojsucre

https://www.eluniversal.com/el-universal/212561/las-ideologias-y-la-economia