
Las cosas no van muy bien desde hace tiempo. No van bien en ninguno de los escenarios de la vida del venezolano. No es cuestión de informes y estadísticas, basta deambular por aquí y por allá y constatar, que, salvo en ciertas burbujas, todo lo demás es precariedad.
No obstante lo anterior, y pese a lo que escribo en las siguientes líneas, recito una vez más a Antonio Gramsci, quien frente a situaciones complicadas recomendaba apelar al “ pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad”
¿Socialismo del Siglo XXI?
Frente a esta realidad, el presidente Nicolas Maduro apela a un discurso que trata de ignorar los hechos (¿se lo creerá el mismo?), presumiendo de las grandes conquistas de la revolución bolivariana bajo el paraguas del Socialismo del Siglo XXI, aunque, según algunos mal hablados, es más bien un gobierno autócrata, semejante al que impera en buena parte del planeta, mientras la democracia se erosiona con una lamentable velocidad.
Los problemas que sufre nuestro país, afirma, son consecuencia de las agresiones del imperialismo norteamericano, cuya irrefutable prueba son las sanciones (cuyos efectos no se pueden ignorar, obviamente) y, además, la recompensa que actualmente se ofrece por él. Como se sabe, la decisión fue tomada por el presidente Donald Trump -cuya orientación política ha sido muy cuestionada - y que es una medida que adopto la primera vez que estuvo en la Casa Blanca, sin obtener ningún resultado. No es difícil suponer que tanto la recompensa como las sanciones, le sirven al Presidente Maduro para justificar su desacertada gestión de gobierno.
En paralelo también acusa a la “ultraderecha fascista” de que no cesa en su empeño para derrocarlo, dentro de la que se encuentran agazapadas algunas personas y organizaciones defensoras de los derechos humanos, al igual que ciertos académicos que se disfrazan de progresistas.
“Sindicatos “derechistas”
Y por si fuera poco lo anterior, acusa a grupos de sindicalistas que llevan a cabo protestas reclamándole mejores salarios a su Presidente Obrero, Los acusa de estar conformados por golpistas que no defienden los intereses de la clase trabajadora.
Para nada sorprende, entonces, que proponga su refundación a través de un proceso constituyente que acabe con las “estructuras burocráticas del sindicalismo envejecido”. No hay que ser politólogo para adivinar que se trata de un cambio que serviría para garantizar su lealtad política, manteniendo el maquillaje democrático.
La “otra” inflación
Sostienen los economistas que nuestra economía va mal y mencionan, por ejemplo, que dólar, hoy en día la moneda nacional, anda por las nubes. Indican de la inflación es de mucha gravedad. Por supuesto que el aumento de los precios de bienes y servicios nos agobia, pero me parece que la hiper inflación retórica del gobierno, lo hace aún más.
HARINA DE OTRO COSTAL
(¿Y la vida privada?)
A raíz de que se cumplieron ochenta años de la publicación de uno de sus libros, me acordé de George Orwell, el gran escritor de ciencia ficción. Nunca deja de sorprenderme su prodigiosa capacidad de anticipar el futuro y retratar el mundo en el que vivimos.
En particular me asombra la manera como alertó sobre los riesgos de la vigilancia social y la perdida de la privacidad, consagrada como derecho humano en infinidad de países, en donde hoy en día es violado por los gobiernos e igualmente por las empresas.
Pareciera, pues, que la era de la privacidad ha terminado, según sostienen los brujos de Sillico Valley. En todo caso, el mundo enfrenta, la enorme tarea de resguardar la democracia, tanto desde la perspectiva privacidad personal, como del bien común, a partir de la tensión entre los derechos ciudadanos y el interés colectivo.
En fin, la Inteligencia Artificial y las Neuro Tecnologías han asomado no pocos dilemas. Habrá que irlos descifrando.
El Nacional, viernes 22 de agosto de 2025