
En artículo de la semana pasada expresamos nuestra opinión sobre la desconfianza e incluso animadversión del sector político y en general de la sociedad venezolana hacia las compañías petroleras extranjeras y sus trabajadores y que esa percepción había persistido parcialmente después de la nacionalización o estatización. Algo se ha escrito al respecto y aquí solo pretendemos resumir algunos puntos.
Antes de la estatización: En las décadas de los años veinte y treinta las compañías extranjeras maltrataron a los trabajadores, lo que desencadenó que los obreros organizaran las huelgas de 1925 y 1936. En ese entonces ningún venezolano ocupaba un cargo de importancia. La Ley de Hidrocarburos de 1943 metió en cintura a las compañías y de allí en adelante tuvieron una mejor relación con sus trabajadores y con el Estado. Los directivos se preocuparon por formar personal venezolano que gradualmente ascendió a los más altos niveles. Sin duda, influyeron positivamente en inculcar valores como la orientación al logro, la planificación, rendición de cuentas, la cultura del mantenimiento, la puntualidad, el deporte y la responsabilidad social.
Durante el proceso de estatización: Hubo preocupación en el personal profesional acostumbrado a la estabilidad. ¿Se respetaría la meritocracia y las condiciones socio-económicas? ¿Se nombrarían los directores y gerentes de acuerdo a su filiación política? El personal de cierto nivel ha podido irse de Venezuela a trabajar en esas mismas empresas. Sin embargo, decidieron quedarse y luchar para que Pdvsa y filiales tuviesen éxito y se mantuviese la profesionalización. Bajo el liderazgo del geólogo Gustavo Coronel crearon la organización Agropet y tomaron la iniciativa de acercarse a los sectores de la sociedad y al presidente Carlos Andrés Pérez para explicarles la complejidad de la actividad petrolera y la necesidad de que la mantuvieran sin injerencia político partidista. Tuvieron éxito. La directiva de Pdvsa fue integrada por destacados profesionales, entre ellos por Gustavo Coronel, y presidida por el general civilista Rafael Alfonzo Ravard, de excelente trayectoria gerencial. En las directivas de las filiales se mantuvo a quienes ya ocupaban esos cargos y se nombró a otros con méritos. Hay que reconocer el aporte de Valentín Hernández, en ese entonces ministro de Energía y Minas.
Después de la estatización: Se retomó la exploración para aumentar las reservas de petróleo, se cambio de patrón de refinación para elaborar productos de mayor valor, se adquirió mercado para nuestro petróleo a través de la adquisición de 16 refinerías en el exterior. Se realizaron Convenios Operativos con el sector privado y se diseñó el esquema de Exploración a Riesgo y Ganancias Compartidas y se crearon cuatro Asociaciones Estratégicas para desarrollar la Faja Petrolífera del Orinoco y aumentar la producción. Se desarrolló la Orimulsión, se dio impulso a la producción de gas, a la petroquímica y a los programas de responsabilidad social. Se creó el prestigioso instituto de investigación (Intevep) y el CIED para la formación de recursos humanos. En parte de esta etapa hay que destacar el papel de Humberto Calderón Berti como ministro de Energía y Minas.
Cuando el presidente Hugo Chávez intentó poner a Pdvsa al servicio de su proyecto político, los petroleros alertamos a los venezolanos y, al fracasar las conversaciones, promovimos un paro petrolero que se inició el 4 de abril del 2002 y desembocó en los sucesos del 11 de abril con la renuncia de Chávez. Este retornó al poder, pidió perdón, pero volvió a las andadas. Todos los partidos políticos agrupados en la Coordinadora Democrática, la CTV y Fedecámaras convocaron a un paro el 2 de diciembre 2002 en defensa de la democracia, al que nos sumamos los petroleros por decisión individual a sabiendas del riesgo que corríamos, pero no podíamos permanecer indiferentes ante los signos evidente de un gobierno dictatorial. Como consecuencia fuimos despedidos unos 23.000 trabajadores de las diferentes nominas. El gobierno confiscó las prestaciones, fondo de ahorros y contribución al plan habitacional. Es una deuda que tiene el Estado. Ante la imposibilidad de conseguir empleo, muchos emigraron y contribuyen a la producción petrolera de otros países. Los que permanecen en Venezuela y muchos de los que emigraron, padecen las mismas penurias de gran parte de los venezolanos. A partir del 2003, Pdvsa colapsó por ineptitud gerencial y corrupción.
Los petroleros siguen activos en las denuncias de corrupción y de accidentes en Pdvsa y contribuyen en los planes de recuperación de nuestra industria petrolera y apoyan la defensa de la democracia. Además, al frente de la Junta Administradora ad hoc de Pdvsa se encuentra Horacio Medina, quien lucha en los tribunales de Estados Unidos para que CITGO no sea subastada por demandas de deudas contraídas por Hugo Chávez y Maduro. Al igual que muchos otros venezolanos, los petroleros seguimos presentes y comprometidos en lograr una mejor Venezuela para todos.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!