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Chevron a la conquista

petroleo
Tiempo de lectura: 4 min.

¿Una jugada contra Venezuela o una oportunidad para renegociar el mapa energético del hemisferio? La reciente decisión de un panel internacional de árbitros que permitió a Chevron completar la adquisición de Hess por 53.000 millones de dólares marca una reconfiguración histórica del poder petrolero en América. Con esta operación, Chevron adquiere el 30% del codiciado bloque Stabroek, ubicado en aguas del Esequibo, territorio que Venezuela reclama como propio. Este desenlace podría inaugurar una nueva fase en las relaciones entre Estados Unidos, Venezuela, China y el Caribe, donde confluyen intereses energéticos, geopolíticos y diplomáticos.

El panel arbitral desestimó la objeción de ExxonMobil —que alegaba derechos preferentes sobre la participación de Hess— y dio luz verde a Chevron, que cerró de inmediato la operación y sumó a John Hess a su junta directiva. Esta victoria llega en un momento crucial para Chevron, que arrastraba desafíos operativos en Kazajistán, la cuenca del Pérmico en EE.UU., pero ahora concentra mas esfuerzo en nuestro territorio luego de renovar su licencia para operar en Venezuela.

Con este avance productivo, Chevron refuerza su posición estratégica frente a Exxon, su principal competidor global.

El bloque Stabroek produce actualmente unos 650.000 barriles diarios y se espera que supere los 1,2 millones para 2027. Exxon posee el 45%, Chevron el 30% y la estatal china CNOOC el 25%. Esta última respaldó a Exxon en el arbitraje, dejando claro que el proyecto tiene un alcance geopolítico más allá del continente americano.

El petróleo del bloque es liviano, de alta calidad y fácil refinación, muy importante para combinar con el cercano crudo extrapesado de la Faja del Orinoco. Su ubicación estratégica y su valor en el mercado global lo convierten en un activo clave para las grandes potencias. Sin embargo, está ubicado en un territorio en disputa lo que eleva la sensibilidad política del desarrollo energético en la zona.

Brasil también ha comenzado a mostrar interés estratégico en el Esequibo. Su rol como potencia regional y su influencia en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC) lo posicionan como un actor clave en el equilibrio diplomático. El gobierno de Lula da Silva busca algún tipo de participación en el desarrollo de infraestructuras energéticas en la región, como gasoductos, rutas logísticas o refinerías compartidas.

La entrada de Chevron —socio histórico de PDVSA— en un proyecto petrolero dentro del Esequibo puede verse como una oportunidad de negociación. El presidente Maduro podría negociar futuras concesiones a Chevron en territorio venezolano a cambio de participación en el desarrollo del Esequibo, o al menos buscar compensaciones estratégicas.

Si se combina inteligencia legal, pragmatismo diplomático y visión regional, Venezuela podría invitar a Exxon a que vuelva y reinsertarse en el mapa energético occidental y reposicionarse frente a actores como China y Brasil.

La alianza indirecta entre Chevron y Exxon en Guyana podría ser el preludio del regreso de esta última a Venezuela. Exxon abandonó el país tras la nacionalización de sus activos, pero un entorno más favorable que ha atraído a Chevron —con garantías fiscales, legales y políticas— podría permitir su retorno bajo nuevas condiciones.

El Esequibo, con petróleo liviano, complementa al crudo venezolano. Una estrategia que combine ambos podría resultar en un portafolio atractivo para empresas como Exxon.

Las sanciones del presidente Trump podrían transformarse en herramientas de reconfiguración estratégica. Más que castigar, podrían servir para ampliar una apertura económica favorable a empresas estadounidenses.

En esencia, Trump ve a Venezuela como un “low-hanging fruit” energético, con las mayores reservas del mundo, necesitado de inversión extranjera.

Exxon y Chevron son dos pilares de la política energética estadounidense. Trump busca posiblemente facilitar su retorno a Venezuela, asegurando que Exxon mantenga el liderazgo del bloque Stabroek. Aprovechar los activos de Exxon en Guyana como palanca para presionar a Venezuela a negociar apertura o cesión de campos. Usar la posición de Chevron dentro de Venezuela como plataforma para aumentar la producción sin nacionalismo ni competencia china o rusa.

Trump ha sido muy favorable al petróleo canadiense, promoviendo el oleoducto Keystone XL para llevar crudo pesado desde Alberta hasta refinerías del Golfo. Ve a Canadá como socio estratégico en seguridad energética. Sin embargo, los altos costos y restricciones ambientales hacen menos competitiva esa fuente frente al petróleo liviano del Esequibo o el de shale estadounidense. Ve a Arabia Saudita como aliado clave. Pero Trump critica la dependencia de petróleo saudita y en varias ocasiones dijo que EE.UU. no debería “protegerlos gratis” sin recibir beneficios.

Una preocupación estructural para el modelo “America First” es que la era del shale barato terminó: los primeros años de fracking ofrecieron grandes volúmenes a bajo costo, pero hoy los pozos son más profundos, más caros y con menor rendimiento. Si en casa ya no es tan barato producir, vayamos donde sí lo es, Venezuela. Y los venezolanos todos queremos mayor actividad petrolera para que se reactive la economía con mas fuerza. Reagan decía que hay que siempre garantizar la actividad económica pujante para lograr mejoras políticas. 

X: @Alejandrojsucre

https://www.eluniversal.com/el-universal/213283/chevron-a-la-conquista