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Análisis de entorno: resistencia vs. represión, la encrucijada del segundo semestre

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Tiempo de lectura: 6 min.

Venezuela, en este agosto de 2025, es un campo de batalla donde cada jugada parece decisiva, pero el desenlace permanece esquivo. La oposición, liderada por María Corina Machado y respaldada por Edmundo González Urrutia como presidente electo reconocido, ha limitado cualquier posibilidad de negociación con el régimen de Nicolás Maduro, ahora designado por la OFAC como el “Cartel de los Soles”, una organización terrorista global. Este cambio de estatus marca un punto de inflexión, intensificando la confrontación y delineando una fase más resolutiva del conflicto.

La oposición, o más precisamente el gobierno electo, ha adoptado una postura de confrontación cívica con tintes insurreccionales, aunque no armada. María Corina Machado, desde la clandestinidad, lidera con un discurso de “frontera moral absoluta” que distingue entre “crimen y caos” y las “fuerzas del bien”.

Su estrategia combina estructuras clandestinas, movilización ciudadana selectiva y presión internacional para despojar al chavismo de legitimidad y control. El mensaje del 28 de julio de 2025, que califica la victoria electoral de 2024 como un “quiebre irreversible”, busca galvanizar a la población, transformando la espera pasiva en resistencia activa con “perseverancia, foco y disciplina”.

Esta narrativa no solo unifica a los opositores, sino que intenta minar la moral chavista al afirmar que “las fuerzas que los sacarán del poder ya están dentro de Venezuela”.

El chavismo, debilitado pero resiliente, responde con su fórmula habitual, que incluye represión, propaganda y resignificación, y negación de cualquier negociación genuina. Sin recursos económicos ni apoyo popular -Maduro enfrenta un rechazo superior a 85%- depende de un control represivo  que, aunque efectivo, no es inmune a fisuras.

La retórica belicista del chavismo, con llamados a “prepararse para la lucha armada”, es más una  herramienta de control social que un indicio de guerra civil, cuya probabilidad permanece baja debido a la fragmentación opositora y la lealtad de la cúpula de las fuerzas armadas. Voceros como Diosdado Cabello descalifican las acciones opositoras como “maniobras mediáticas”, mientras el gobierno de facto simula normalidad con elecciones controladas de mínima participación.

Sin embargo, la designación de la OFAC y el aislamiento financiero agravan su vulnerabilidad, aumentando las tensiones internas.

El nivel de riesgo de la situación es extremo y alcanza a todos los espacios. Para la oposición, la retórica de “células clandestinas” y “ofensiva cívica” podría desencadenar una represión más feroz, con detenciones selectivas y un “terror ejemplificador” que busca desmovilizar a la sociedad.

Si la confrontación se prolonga sin resultados, el desgaste y la desilusión podrían erosionar la moral opositora. La polarización absoluta, aunque unifica, cierra espacios para dialogar con sectores moderados del chavismo, exacerbando la división social.

En cuanto a los riesgos para el chavismo, la designación como terrorista intensifica el aislamiento y la asfixia financiera, mientras la percepción de una oposición fortalecida podría generar deserciones o fracturas en la élite. Su respuesta más probable será una escalada represiva, la cual, a su vez, podría acelerar su desgaste; especialmente si la base militar o los empleados públicos, hastiados, dejan de responder.

Y a nivel nacional, la confrontación amenaza con agravar la crisis humanitaria, incrementar la migración y desestabilizar aún más el país. La clasificación del régimen como terrorista establece un precedente geopolítico que, aunque fortalece la causa opositora, podría tensar las relaciones internacionales.

Un escenario de salida rápida del chavismo requeriría una conjunción de factores como fractura militar evidente, protestas masivas sostenidas, colapso económico y presión internacional total.  Otros dos escenarios que podemos llamar a) de horizonte moderado de erosión progresiva o b) un escenario más largo donde Maduro se siga aferrando al poder.

El mensaje de Machado ha energizado a la oposición, impulsando la movilización con un llamado a la acción coordinada. Para la diáspora, renueva la esperanza y el activismo, validando sus denuncias sobre la naturaleza criminal del chavismo, en cuyas filas genera incertidumbre y posible desmoralización; aunque los sectores radicales podrían cohesionarse ante la percepción de una amenaza externa.

A nivel internacional, la designación de la OFAC y el reconocimiento de González Urrutia como pilar institucional legitiman la lucha opositora, justificando una “coalición internacional para algo mayor”.

La estrategia opositora se sintetiza en una resistencia cívica no violenta, que incluye no reconocer elecciones fraudulentas, fortalecer redes clandestinas, movilizar a la ciudadanía, consolidar la unidad, presionar internacionalmente, apoyar a presos políticos y promover la desobediencia pacífica. Esta cautela evita una confrontación armada desventajosa frente a un régimen con control militar, pero maximiza la presión para erosionar el statu quo.

La presión internacional funciona como un catalizador del cambio, con Estados Unidos manteniendo sanciones calibradas, alternando incentivos con presiones y respaldo al liderazgo opositor. La comunidad latinoamericana, a través de la OEA y acuerdos bilaterales, seguramente intensificará la presión, coordinando respuestas humanitarias y ofreciendo rutas de escape para disidentes chavistas. Estas acciones podrían acelerar las fisuras internas y hacer insostenible la permanencia del gobierno de facto.

Venezuela está en un punto crítico, con el chavismo transformado en un aparato de represión brutal, enfrentando un rechazo masivo y un aislamiento creciente; pero conservando herramientas para resistir. La oposición, por su parte, con una estrategia cívica y coordinada, busca su salida sin caer en la violencia abierta. La esperanza reside en la resistencia interna, la unidad opositora y una presión internacional que rompa el equilibrio.

En este juego de paciencia y audacia, cada movimiento cuenta. La caída del chavismo no es una cuestión de “si”, sino de “cuándo” y “a qué costo”.

El caso de la licencia “secreta” para que Chevron retome las operaciones suspendidas, seguramente es el resultado de los diferentes lobbies operando en favor del gobierno de facto, que tal vez tuvo alguna conexión con la liberación de los rehenes norteamericanos. Y escribo en condicional, porque hasta esta fecha la OFAC no ha publicado ninguna explicación que indique formalmente su existencia.

Pero si la licencia realmente existiera, al haber dentro de la misma OFAC una designación contra Maduro como jefe de una organización terrorista global; y siendo él la cabeza visible de la empresa Pdvsa, socia de Chevrón en este caso, pareciera de sentido común que hay un conflicto de intereses y que el riesgo principal lo corre la empresa norteamericana, con todas las derivaciones que pudieran desprenderse del caso. Todo muy opaco y en manos de una formidable maquinaria de contra inteligencia y desinformación.

Hay que prepararse para que todos los días vayan apareciendo nuevos elementos que modifican el estado de la situación, con pasos hacia adelante y pasos hacia atrás. Pero lo concreto es que el resultado neto sigue siendo positivo en el camino hacia la liberación de Venezuela, que todo indica que ya es irreversible.

Recomendaciones

  • Para el chavismo (que está de salida): que reconozca su insostenibilidad y negocie una transición ordenada con garantías internacionales, priorizando la estabilidad social y la mitigación de la crisis humanitaria. No deben olvidar que las organizaciones como el chavismo, pueden tender a transformarse y evolucionar, y volver a ser una opción política en el futuro. Razón por la cual, salir por la puerta de atrás contando con el repudio masivo de las generaciones que vienen de venezolanos, no es una buena solución.
  • Para el liderazgo opositor (bajo María Corina Machado): que no pierda de vista que el último mensaje generará reacciones aún más violentas por parte de los organismos de represión, y que, si bien el camino es el correcto, habrá que extremar las precauciones; tanto de los actores visibles, como de sus entornos de familiares y amigos. Estamos entrando en una nueva fase de riesgo extremo.
  • Para la dirigencia empresarial (abiertamente cooptada por el chavismo): que tomen ventaja de que el gobierno de facto/cartel de los soles está ocupado en otros temas más asociados a su supervivencia, y tomen distancia de la participación en política, y se concentren en generar estrategias protectivas para las empresas, para cuando los elementos de incertidumbre que ya están presentes, se profundicen aún más. En general, el entorno político y económico se volverá una nebulosa a través de la cual habrá que navegar por instrumentos. Es importante consolidar los elementos estratégicos como la visión y los valores, y tomar consciencia del FODA, para desarrollar una hoja de ruta que minimice los obstáculos y les dé una cierta estabilidad.
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https://www.elnacional.com/2025/08/analisis-de-entorno-resistencia-vs-represion-la-encrucijada-del-segundo-semestre/