
Esta semana que culmina nos entrega una imagen cada vez más nítida de Venezuela; si bien la penumbra ha sido persistente, las grietas en el sistema se hacen más visibles y, lo que es más importante, una luz clara y poderosa se proyecta sobre nuestro porvenir: la visión de la Venezuela que está destinada a ser, de la Venezuela del porvenir, pasando del deterioro a la prosperidad.
Las propuestas que semana a semana voy compartiendo, ofrecen una perspectiva de planificación estratégica integral para la transición de Venezuela desde el asistencialismo hacia una economía de mercado, con unos planteamientos clave que incluyen:
- Enfoque gerencial y planificación estratégica: subrayando la necesidad de pensar "gerencialmente" y elaborar un plan estratégico estructurado para guiar a Venezuela hacia el futuro. Propongo una visión a 30 años, con un plan inicial de 7 años dividido en tres etapas: "control de daños" (1-2 años), "reinvención" (2-3 años) y "estabilización" (3 años).
- Transición del asistencialismo al mercado: es un tema central en mi pensamiento, abogando por el abandono de un modelo económico basado en subsidios para avanzar hacia uno productivo impulsado por el esfuerzo personal y la inversión. Me enfoco en la erradicación de la pobreza, transformando el asistencialismo en empleos genuinos.
- Reducción del rol del Estado y privatización masiva: propongo reducir la intervención del Estado a funciones regulatorias y de control, eliminando el "Estado empresario"; abogando por un programa masivo de privatizaciones.
- Reforma del sector petrolero: propongo la "liquidación de Pdvsa" al no ser viable su recuperación o reestructuración y un nuevo marco legal que permita la operación de múltiples empresas privadas, con el Estado obteniendo ingresos a través de impuestos y regalías. Hago énfasis en la necesidad de extraer masivamente las reservas para convertirlas en riqueza, sin mirar mucho el comportamiento del mercado, por lo que sugiero que Venezuela revise su participación en la OPEP y apuntar a su salida.
- Diversificación económica y valor agregado: debemos romper la mentalidad de las materias primas y enfocarnos en el valor agregado para el desarrollo económico, industrial, tecnológico y agroalimentario.
- Reformas institucionales: profundizar el federalismo, la reorganización del Estado y del sistema de justicia, el avance en el gobierno electrónico y la transparencia, y la lucha contra la corrupción, a la que llamo la "gran piedra de tranca".
- Realineamiento geopolítico: es importante realinearse con los vecinos cercanos (EE UU, Colombia, Brasil, Guyana) y con la Unión Europea, priorizando los intereses económicos sobre las afinidades ideológicas. Es crucial un equivalente a un "Plan Marshall" con el aval de EE UU y el FMI.
- Cambio mental: insisto en la necesidad de un "cambio mental" en la sociedad, dejando atrás el pesimismo y utilizando la historia como referencia, no como ancla.
- Gestión de riesgos y comunicación estratégica: planteo riesgos como la criminalidad organizada (Tren de Aragua, Cártel de los Soles) que afecta la reputación internacional. Para eso debe haber una comunicación estratégica clara y directa, con la creación de una "sala situacional" para análisis en tiempo real y anticipación de problemas.
- Reconocimiento de la pobreza actual: partir de la realidad de que Venezuela es un país pobre (87% de pobreza) para construir la riqueza futura.
Hay algunas reflexiones adicionales que quisiera compartir para asegurarnos que ese futuro luminoso, finalmente pueda lograrse:
- Articulación de la visión de "Hub Energético" con la diversificación de valor agregado: la visión de inspiradora, podría ser más sólida si se integra la insistencia de romper con la mentalidad rentista y priorizar la "agregación de valor" en todos los sectores, no solo los energéticos. Esto proporcionaría un camino más claro sobre cómo el desarrollo de la "industria no petrolera" (como ya se menciona más arriba) crearía una economía verdaderamente resiliente.
- Preparación transparente para las dificultades iniciales: si bien el optimismo es crucial, incorporar la honestidad sobre el "descenso a los infiernos" y las "medidas antipáticas" iniciales en la comunicación a la población podría gestionar mejor las expectativas y fortalecer la resiliencia social durante la fase de control de daños. Esto aumentaría la credibilidad del plan al reconocer la magnitud del desafío.
- Detalles sobre la reforma del sistema social: si a la propuesta de lograr un "nivel de vida superior", le agregáramos la granularidad de cómo se abordaría la pobreza extrema, la salud y la educación. Cómo se transformaría el asistencialismo en empleos genuinos y cómo se reconstruirían los servicios básicos de manera progresiva (como la propuesta de un año adicional de estudios o la revisión del marco laboral), añadiría solidez a la propuesta social.
- Mecanismos específicos para el retorno de talento y capital humano: está clara la importancia del capital humano, pero se podría detallar un plan más robusto para incentivar el retorno de la diáspora, incluyendo no solo profesionales de alto nivel sino también trabajadores calificados en oficios, y cómo se les reinsertaría en un mercado laboral en expansión.
- Estrategias de adaptación al entorno geopolítico volátil: si se reconoce la importancia del realineamiento internacional, se podría profundizar en la flexibilidad y agilidad de la estrategia ante la incertidumbre geopolítica, incluyendo escenarios de riesgo (como los conflictos internacionales o la situación con Guyana) y cómo el plan se ajustaría para mitigar sus impactos.
- Marco de gobernabilidad y lucha anticorrupción con mecanismos innovadores: combinar la insistencia en la "seguridad jurídica" con las propuestas detalladas para combatir la corrupción (e.g., programas de Alerta de Corrupción, apertura de información de tesorería y compras públicas, y desmaterialización de procesos), generaría un marco de confianza más robusto para los inversores y la ciudadanía.
- Desarrollo de un plan de comunicación aún más proactivo y detallado: habría que buscar una síntesis de la visión optimista con la metodología de "sala situacional", incluyendo la gestión de rumores y la "contrainteligencia comunicacional", para crear un mensaje unificado y blindado que genere confianza interna y externa.
Porque el objetivo es buscar un plan integral que integre enfoques audaces y aspiracionales, anclándolos en la meticulosidad y el realismo de una hoja de ruta que no solo inspire, sino que también guíe la transformación con pasos concretos y con conciencia de los desafíos inherentes.
Entre otros temas de esta semana, la escalada del conflicto entre Israel e Irán ha dominado la escena global, y es crucial comprender cómo esta dinámica, aparentemente distante, resuena profundamente en la ya precaria situación de Venezuela. Porque en el análisis de entorno, ningún evento es aislado.
Desde hace años, Venezuela e Irán han cultivado una relación multifacética que va más allá de lo meramente ideológico, abarcando la cooperación energética, militar y logística. Irán ha sido un socio crucial para el chavismo, especialmente en el contexto de las sanciones, proporcionando desde asistencia para la dilución de crudo hasta apoyo en infraestructura y, según reportes de inteligencia, tecnología militar y capacitación en ciberseguridad.
Esta alianza, construida sobre una retórica anti-imperialista compartida y la necesidad mutua de eludir sanciones, ha posicionado a Venezuela como un punto de interés para Irán en el hemisferio occidental, e incluso ha generado preocupaciones en Washington sobre una posible plataforma de influencia iraní en la región.
La intensificación del conflicto, con el ataque israelí sobre Teherán el pasado 12 de junio de 2025 y las subsiguientes represalias, genera ondas de choque que golpean directamente la ya frágil posición del régimen venezolano.
- Aislamiento y distracción de un aliado clave: la guerra en Oriente Medio obliga a Irán a concentrar sus recursos y su atención en su propia supervivencia y defensa regional. Esto reduce drásticamente la capacidad y la voluntad de Teherán para seguir brindando apoyo significativo a aliados distantes como Venezuela. Las prioridades cambian, y el chavismo pierde, en los hechos, un sostén importante que le ayudaba a sortear parte de las sanciones.
- Debilitamiento de la narrativa de "eje de resistencia": el chavismo ha intentado proyectarse como parte de un "eje de resistencia antiimperialista" junto a Irán, Rusia y Cuba. La percepción de una creciente vulnerabilidad iraní en el conflicto debilita esta narrativa. Si uno de los pilares de este supuesto eje muestra fisuras o se ve forzado a replegarse, la imagen de fortaleza compartida se desmorona, generando desconfianza y desmoralización en sus propios cuadros y bases.
- Mayor presión internacional y observación: el conflicto global atrae una atención renovada sobre las redes de apoyo de Irán. Esto pone a Venezuela bajo un escrutinio aún más agudo por parte de Estados Unidos y sus aliados, que ya consideran al chavismo una amenaza. La presencia de elementos vinculados a Irán o a grupos como Hezbolá en territorio venezolano, o el uso de Venezuela para actividades ilícitas relacionadas con estas redes, se convierte en un riesgo inminente de acciones más contundentes y directas por parte de Occidente, buscando neutralizar cualquier posible vínculo que ponga en peligro su seguridad. Ademas de la ya conocida fábrica de drones en el centro del país.
- Impacto en los mercados petroleros y logística: aunque los efectos en los precios del petróleo son volátiles y multifactoriales, una escalada sostenida podría generar volatilidad que, si bien en teoría beneficiaría a productores, en la práctica podría complicar el acceso a mercados y la logística para un PDVSA ya golpeado. Además, las interrupciones en las rutas marítimas o la necesidad de Irán de reorientar sus pocos recursos diluyentes o petroleros para uso interno, impactarían directamente a Venezuela.
- Deslegitimación adicional del chavismo: la condena explícita y temprana del alto mando militar venezolano al ataque israelí, alineándose incondicionalmente con Irán en un conflicto ajeno que despierta graves preocupaciones internacionales, contribuye a aislar aún más al régimen chavista en la comunidad global. Esto refuerza la percepción de que Caracas no es un actor neutral ni un garante de estabilidad regional, sino un alineado con potencias que son percibidas como desestabilizadoras.
En resumen, la guerra entre Israel e Irán, lejos de ser un evento distante, ejerce una presión adicional y significativa sobre la revolución bolivariana, al debilitar y distraer a un socio clave como Irán, expone las vulnerabilidades del chavismo, erosionando su narrativa de "eje" y atrayendo una atención internacional más intensa sobre sus propias redes de apoyo y actividades. Esta dinámica global se suma a la ya palpable inviabilidad interna del gobierno de facto, acelerando su declive y marcando un hito más en el camino hacia la inevitable transición en Venezuela.
La Venezuela que se dibuja en el horizonte es una de recuperación, crecimiento y reencuentro, donde cada actor, en esta coyuntura crítica, tiene la capacidad de acelerar o dificultar ese advenimiento.
Mis recomendaciones apuntan a que cada paso que se dé en los próximos meses sea una contribución directa a ese futuro venturoso que ya vislumbramos, cada vez con más claridad.
Recomendaciones
Para el gobierno chavista (que vive sus momentos finales): la inviabilidad de su modelo es innegable, y la nación clama por un nuevo rumbo. La recomendación de inteligencia más sabia que puedo ofrecerles es que sus acciones en este periodo final se orienten a minimizar los daños y a garantizar una transferencia de poder ordenada y pacífica; que entiendan que cada acto de cooperación y cada paso hacia la transparencia en estos momentos cruciales no es un favor a un bando, sino una contribución al capital de la nación para su futuro. Un proceso de salida que evite mayores traumas no solo es un deber histórico, sino que sentará las bases para que la Venezuela del mañana pueda empezar a sanar sus heridas y construir su prosperidad sin cargas adicionales. Su papel ahora es el de allanar el camino hacia el amanecer que le espera al país.
Para el liderazgo opositor (bajo la conducción de María Corina Machado): la legitimidad que el pueblo les ha conferido es un activo inmenso para la reconstrucción; es imperativo que consoliden aún más su unidad y su autoridad moral, no solo para el momento de la transición, sino para liderar la transformación que llevará a Venezuela a ser una potencia de oportunidades. Mantengan la firmeza en los principios de libertad y mercado, y comuniquen incansablemente la visión detallada de la prosperidad que aguarda: millones de empleos dignos, seguridad jurídica, recuperación de servicios y el retorno del talento. Cada propuesta, cada acción, debe ser un pilar tangible de ese futuro venturoso que prometen, demostrando capacidad de gestión y articulando la esperanza de un país que renace para todos sus ciudadanos.
Para la dirigencia empresarial (que ha estado cooptada por el chavismo): la era de los privilegios por conexión política se extingue, y su supervivencia y su futuro en la nueva Venezuela dependerán de su capacidad para desmarcarse de prácticas que no corresponden a un libre mercado. La recomendación es clara: salvaguarden sus activos, pero, más importante aún, alineen su estrategia y su voz con los principios de transparencia, competencia y respeto al Estado de Derecho que forjarán la Venezuela del mañana. Es el momento de abogar activamente por un marco legal predecible que atraiga la inversión genuina, dejando de validar medidas discrecionales. Su compromiso activo y visible con la construcción de una economía de mercado justa y productiva es su única vía para ser actores legítimos y prósperos en el futuro venturoso que está por llegar.
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