El régimen que debe estar sumamente preocupado por la dramática situación que confronta, que nos involucra a todos y mantiene en expectativa permanente, recurre nuevamente a la cruel amenaza contra el pueblo. Afirma que “Ante cualquier amenaza en su contra o enfrentamiento, irá por los líderes de la oposición”.
Es bueno que aclare lo de “irá por los líderes de la oposición”, porque esa advertencia tiene distintas interpretaciones. ¿Será que nos apresaran y torturarán o se pretende llegar a la fatalidad? Es un desplante absolutamente inaceptable e impropio de un régimen que se dice, sin serlo, democrático.
Una amenaza es un evento que causa daño, afecta negativamente la seguridad, la salud, los bienes de una individualidad o grupo. Ella, la amenaza, es un peligro latente que causa inmenso perjuicio. Es una intimidación y aviso de peligro, es un amago que utiliza quien o quienes carecen de razón y recurren a la extorsión.
Como no tienen argumentos válidos, carecen del sentido del diálogo, del respeto y consideración al prójimo, en fin, como son totalitarios y amigos de la fuerza bruta que les da el poder, recurren a la amenaza con pretensiones de paralizarnos, es un inaceptable chantaje.
Hemos visto como han provocados y publicitado hechos criminales, como recurso para enviar mensajes: si te portas mal, esto te puede pasar, es evidentemente un recurso de inmensa crueldad e inhumano.
Hoy, ante la movilización de fuerzas de Estados Unidos en nuestras cercanías, responde con amenazas al pueblo para que no actúe, olvidándose que es tal el nivel de amargura popular que la inmensa mayoría de pueblo venezolano ve hasta bien una intervención de EE.UU. en nuestros asuntos.
Yo estoy dentro de los amargados, pero no coincido con quienes desean una intervención foránea en lo que es de nuestra exclusiva competencia. Veremos hasta dónde llega la amenaza, aunque “perro que ladra no muerde”.