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“Infidelidad concierto Coldpaly”

opiniones
Tiempo de lectura: 3 min.

Si colocas en Google solo «infide…», sin terminar la palabra, lo primero que te aparece ya de una es «infidelidad concierto Coldplay», poniendo en evidencia el nivel de difusión que ha alcanzado el acontecimiento.

El concepto de actualidad noticiosa ha mutado tremendamente. En la medida en que el tiempo se acelera, más efímero es el impacto de las informaciones. Por poner un ejemplo: la noticia de la caída de Constantinopla en 1453 nos acompañó como primicia durante siglos y, aún hoy, algunos nostálgicos no podemos olvidar el día en que la magnífica iglesia de la Divina Sabiduría fue convertida en mezquita. En los tiempos que esprintan (ya aquello de «en los tiempos que corren», se quedó corto), el impacto de una noticia es directamente proporcional a su banalidad. Un bombardeo en el que mueren miles puede que nos conmueva unos segundos, un minuto, quizá, si es usted una persona particularmente sensible, pero la infidelidad de Andy Byron CEO de Astronomer y Kristin Cabot, directora de recursos humanos de la misma empresa, ha prevalecido más de una semana con millones de visitas, memes, mimos, TikTokcadas, etc.

Por si alguien en el planeta o algún extraterrestre extraviado que lea este articulo no está al tanto, en el concierto de Coldplay del pasado 16 de julio, un Kiss Cam (¿sabía usted que eso existía? Es una cámara para captar besos en conciertos, estadios, etcétera y ponerlos en pantalla gigante, porque hay gentes que solo puede quererse si los están viendo millones de personas) sorprendió a la mencionada pareja abrazados o, como se dice en criollo, «acaramelados». No sigo el relato porque ya el planeta entero sabe lo que aconteció.

Lo primero que este servidor quiso averiguar es qué hace la empresa Astronomer, de la que el señor Byron era CEO (ya renunció). Encuentro esto en Internet: «Astronomer es una startup dedicada a DataOps, una disciplina emergente que se especializa en optimizar la gestión y el flujo de datos dentro de la empresa». Visto así, en vez de renunciar, este hombre lo que merecería es un ascenso pues la optimización del flujo de datos de su vida personal se ha hecho global en instantes y también el nombre de su empresa, que se le antojaba a uno aeroespacial.

Lo que llama la atención de todo esto es que, en pocos segundos, luego de que los protagonistas se ocultaran del inesperado enfoque de la cámara, ya el planeta entero conocía la identidad de los personajes. Ya los habían investigado por las redes, revelando la identidad del CEO, la de su esposa, la de sus hijos, y la de la señora que lo acompañó al concierto y su cargo, el nombre de su perro, entre muchas otras informaciones personales. Esos segundos de virilidad (humorismo accidental: puse «viralidad» y el corrector automático lo cambio por «virilidad», así que lo dejé) marcaran su vida de ahora en adelante, su matrimonio, su destino profesional, su cotidianidad cuando vaya al supermercado. Es realmente terrorífica la manera como funciona este tiempo. Nuestras vidas se han convertido en un capítulo de la popular serie futurista Black Mirror.

Hemos perdido toda capacidad de empatía (curioso que en griego esta palabra significaba «pasión»). Se nos da tan bien el papel de jueces, de ver la paja en el ojo ajeno, que el morbo priva sobre la humanidad. Por otro lado, en estos tiempos donde se legisla tanto sobre la llamada «protección de datos», nunca había estado tan desprotegido el ser humano en su intimidad. La privacidad ha muerto, todo será grabado y expuesto. La gente, en vez ocuparse de rezar un Padre Nuestro en un vuelo atormentado por amenazantes turbulencias, prefiere sacar el teléfono y grabar con detalle los que podrían ser sus últimos instantes (supongo que con la creencia de que el teléfono sobrevivirá). Las informaciones más escalofriantes vienen acompañadas de imágenes, sin aviso ni protesto. La vida toda se volvió espectáculo. Vivimos en un incesante duelo a garrotazos en los que el garrote es nuestro teléfono móvil.

Pongo Byron en Google y lo primero que me sale ya no es el poeta romántico inglés, sino Andy Byron. O tempora o mores.

@laureanomar

23 de julio 2025

https://laceiba.substack.com/p/infidelidad-concierto-coldpaly-por