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¿Los niños de la patria?

Rompecabeza
Tiempo de lectura: 2 min.

El domingo pasado se celebró el Día del Niño. El mensaje del presidente Nicolas Maduro no se hizo esperar y no sorprendió a nadie. Fue, como siempre, no importa el el asunto que aborde, un acto de prestidigitación verbal, que ignora la realidad y extrae de su chistera un nuevo relato, lleno de luces y esperanza.                                             

 Subrayó “el papel fundamental de la infancia en la construcción del futuro venezolano”. Representan, dijo, un "sagrado tesoro" y reafirmó que su bienestar es una prioridad ineludible, dado que, si “¡no hay Patria para los niños, no hay Patria para nadie!". Finalmente reitero el propósito firme de lograr que “la niñez venezolana crezca feliz, bien educada y guiada por buenos ejemplos”.

Por desgracia, los hechos son obstinados, no les hacen caso a los discursos y dejan que la vida de nuestros niños este muy lejos del paraíso terrenal. En efecto, varios informes constatan una pobreza multidimensional que afecta a la mitad de ellos. 

La existencia de una gran parte de los chamos venezolanos transcurre envuelta en tropiezos de diversa índole, relacionados con su salud (mental y física), la desnutrición, el embarazo precoz, la violencia, el trabajo prematuro, la precariedad de la educación e, incluso, la carencia, en no pocos casos, de la cédula de identidad, lo que los vuelve casi invisibles.

En suma, se encuentran dentro de un contexto que estrecha notablemente sus posibilidades. La nuestra es una sociedad azarosa que les pone la vida cuesta arriba y chiquitica, cuando apenas comienza. Viven, pues, en modo sobrevivencia, no es una desmesura expresarlo de esta manera. Han sido despojados de sus derechos básicos contemplados en la Convención Internacional de Derechos del Niño, así como en nuestra Constitución e igualmente en la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA), cuyas disposiciones se han quedado en el tintero

Justo el día en que ganó las elecciones presidenciales, el 6 de diciembre de 1998, el nuevo presidente de Venezuela afirmó que no permitiría “…que en Venezuela haya un solo niño de la calle; si no, dejo de llamarme Hugo Chávez Frías”. Al igual que tantas otras promesas, el compromiso quedo en el aire y, como se registró en un periódico, “no acabó con el problema y tampoco dejó de llamarse como se llamaba”

Los Hijos de la Patria continúan siendo, así pues, los niños de la calle, mientras el Gobierno del presidente Maduro nos sigue predicando que el “Socialismo del Siglo XXI” (las comillas son indispensables), nos lleva por buen camino.

 

HARINA DE OTRO COSTAL

(El Epsteingate)

Tras seis meses en la Casa Blanca, Trump tiene convulsionado al planeta azul. Ha actuado según le indica se megalomanía. Pone aranceles, expulsa o detiene inmigrantes, anuncia que Estados Unidos se saldrá de la UNESCO, desconoce decisiones de los otros poderes, acusa a Obama de conspirador y hasta presiona para que las empresas de refrescos cambien los niveles de azúcar. En pocas palabras, hace lo que le viene en gana, sin que pareciera haber una revuelta de sus fieles seguidores. Sin embargo, estos parecen haberse alebrestado, no tanto por algunas de sus políticas, sino su mala conducta personal. 

La historia es como sigue. Jeffrey Epstein fue un multimillonario neoyorquino que aparentemente se suicidó en la cárcel, en donde estaba detenido, acusado de pederastia y tráfico de mujeres. Y se ha dicho que el Departamento de Justicia de Estados Unidos posee una lista de famosos que él invitaba a sus fiestas. Una carta y algunas fotos delatan que Trump era asiduo a tales eventos. 

Estallo, pues, el Epsteingate.

El Nacional, 24 de julio de 2025