Las contradicciones de Donald Trump frente a Venezuela siguen. Ante la insistencia periodística sobre una eventual escalada de las acciones militares de Estados Unidos para combatir el narcotráfico desde el Caribe a territorio venezolano, el mandatario norteamericano pareció sincerarse en su habitual tono sarcástico: ¿Puedo responder una pregunta así? ¿Qué tipo de pregunta es esa?
El pasado 31 de octubre, Trump negó que haya tomado la decisión de ejecutar ataques en suelo venezolano, a partir de publicaciones en medios norteamericanos como el Wall Street Journal, para luego decir el 2 de noviembre en un tono entre el sarcasmo y el misterio que sí había planes “secretos” hacia Venezuela que no podían ser revelados.
Dos días después volvió a dejar más dudas que certezas en el aire: En declaraciones al programa 60 Minutes de la CBS descartó “una guerra” con Venezuela, pero admitió que «sí se podía decir» que el líder chavista Nicolás Maduro, por cuya captura EEUU ofrece una recompensa de 50 millones de dólares, “tiene los días contados” en el poder.
¿Qué puede estar calibrando EEUU para dar sus próximos pasos y con el despliegue aeronaval en el Caribe, según expertos, en su punto máximo? ¿Viene una escalada o retirada? Analistas consultados por Efecto Cocuyo manejan varias hipótesis, una de ellas sigue siendo el empuje de la carta de la negociación para una transición política en Venezuela.
El chavismo insiste en estar preparado para cualquier escenario, mientras tanto asegura que los venezolanos “celebrarán en paz” la Navidad.
Cálculo político en las contradicciones de Trump
“Son mentiras y verdades dichas para mantener en secreto su verdadera decisión e incluso para darse oportunidad de cambiar en el camino. Si aún hay una negociación en marcha, esas mentiras pueden convertirse en verdades”, expresó el exdiplomático Werner Corrales sobre las aparentes contradicciones de las declaraciones de Trump.
El consultor internacional apunta más a que el magnate republicano podría estar apostando a que un proceso de negociación dé resultados, mientras presiona más a Maduro para que acepte su salida de Miraflores.
“Puede haber aún una negociación. Las arengas y loas ya exageradas de María Corina Machado a Trump podrían explicarse de esa manera. Ella podría estar apelando al ego de Trump para que abandone el devaneo”, acotó.
Durante su participación en el America Business Forum Miami 2025, Machado sostuvo que Maduro, como estructura criminal, había comenzado una guerra y que Trump la terminaría. Aseguró también que el pueblo venezolano apoya “totalmente” las acciones del presidente de EEUU para recuperar la democracia.
“La aparente contradicción no es improvisación, sino cálculo político. Trump combina señales ambiguas sobre amenaza militar, luego desmentido, luego insinuación de planes secretos, como instrumento de disuasión y de control narrativo. Busca proyectar fuerza sin comprometerse con una acción concreta que pudiera tener costos internos o internacionales. Además, sus declaraciones se insertan en el marco de una política exterior estadounidense que ha convertido a Venezuela en un punto de presión simbólico para reafirmar liderazgo hemisférico frente a China, Rusia e Irán, más que en un escenario real de intervención”, es la lectura del consultor político Luis Toty Medina Gil.
Medina Gil, fundador de la Asociación Venezolana de Consultores Políticos, sugiere recordar que Trump se mueve entre dos audiencias. Por un lado, su base política interna, especialmente el electorado de Florida compuesto por exiliados venezolanos y cubanos, a quienes busca mantener movilizados con un discurso duro contra los regímenes autoritarios.
Por el otro, los sectores institucionales del Departamento de Estado y el Pentágono, que históricamente prefieren la contención y el uso de la presión diplomática y económica antes que la intervención directa.
“En años de contienda o de alta polarización interna, EE.UU. usa estas operaciones para proyectar liderazgo global, reforzar la narrativa de control y distraer de temas domésticos”, apuntó el consultor político.
En los comicios a la alcaldía de Nueva York y a gobernador de los estados de Virginia y Nueva Jersey, así como al referéndum sobre la redistribución de los distritos electorales en California, de este martes 4 de noviembre, los demócratas se anotaron un triunfo sobre los republicanos.
«Mi nombre no estaba en la papeleta», fue una de las respuestas de Trump al revés electoral.
¿Por qué Trump no pasa del Caribe?
El otro cálculo que, de acuerdo con Corrales, podría estar haciendo Trump tiene que ver con la capacidad o no de la Fuerza Armada venezolana para responder a EEUU y su eficacia ante las primeras acciones. En este sentido, afirma, se estaría esperando poder reforzar con la llegada del portaaviones Gerald Ford que va rumbo al Caribe, como parte de la fuerza de tarea.
A la evaluación militar, Medina Gil añade que el Pentágono sabe que una intervención directa en territorio venezolano podría desestabilizar todo el arco norte de Sudamérica y abrir un conflicto prolongado con posible presencia de actores extra hemisféricos como Rusia o Irán.
Una publicación del New York Times de este 4 de noviembre señala que el siguiente paso de Trump parece lleno de dudas porque no ha decidido cómo proceder con Venezuela y que, por el momento, el escenario sigue siendo de máxima presión hacia la administración de Maduro.
Entre las posibilidades planteadas está que Trump no quiere poner en riesgo a las tropas estadounidenses o que puedan fracasar en el objetivo. El chavismo ofrece una “guerra de resistencia”.
El artículo también alude a asesores que presionan al magnate republicano para un ataque en el territorio venezolano que contempla desde puntos usados presuntamente para el narcotráfico como el control de campos petroleros. Se estaría esperando, además, según el medio norteamericano, que el Departamento de Justicia valide designar a Maduro como “objetivo legítimo”.
“El operativo en el Caribe funciona como una operación de contención estratégica y demostración de fuerza, no como preludio de invasión. Su función principal ha sido mantener una presencia disuasoria, reforzar alianzas regionales y controlar rutas ilícitas en una zona geopolíticamente sensible. Que no haya pasado de las aguas del Caribe obedece a varios factores, uno de ellos son los costos políticos y diplomáticos”, advirtió Medina Gil.
Sin consensos para avanzar
Medina Gil sostiene que un ataque terrestre contra Venezuela generaría un rechazo internacional inmediato, incluso entre aliados tradicionales de EEUU en la región. La Organización de Estados Americanos (OEA) y Naciones Unidas (ONU), estima, no respaldarían una acción unilateral sin consenso multilateral.
Van al menos 15 ataques a embarcaciones que presuntamente transportaban drogas por parte de EEUU, entre el Caribe y el océano Pacifico, a donde Washington ha dirigido también los bombardeos, desde que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, también fuera señalado por Trump como “narcotraficante”.
Se totalizan hasta ahora más de 60 tripulantes muertos.
El último hundimiento se produjo el pasado 30 de octubre en aguas del Pacifico. Parte de la comunidad internacional, incluyendo la Unión Europea, ha dejado sentado que dichos bombardeos son contrarios al derecho internacional porque se ejecuta a personas y se omite el debido proceso.
El despliegue de efectivos navales estadounidenses en el Caribe, frente a Venezuela, ya es el más grande de la historia del país norteamericano desde la primera Guerra del Golfo Pérsico (1990-1991), según un estudio de expertos del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), a la espera del grupo de ataque del portaaviones Gerald Ford, citado por la agencia de noticias EFE.
El coronel de Infantería de Marina retirado y autor del análisis del CSIS, Mark Cancian, dijo a EFE el pasado 29 de octubre que no se envía a uno de los más importantes activos navales para estar parado y darse una vuelta.
“El despliegue naval sirve para mantener a Maduro bajo presión, enviar señales de advertencia y mantener viva la percepción de amenaza, sin tener que ejecutar una acción bélica real (…) Washington calibra el equilibrio entre presión máxima y control de riesgos. Su estrategia actual hacia Venezuela combina coerción simbólica, sanciones selectivas, presión diplomática y operaciones de contención marítima, sin cruzar la línea de una intervención terrestre que podría resultar impredecible y contraproducente”, insistió Medina Gil.
@efectococuyo
9 noviembre, 2025
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