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Insania Criminal

Opinión
Artículos de opinión
Tiempo de lectura: 5 min.

“La guerra es la paz;

La libertad es la esclavitud;

La ignorancia es la fuerza”.

Orwell, George, 1984, editorial Alfa y Omega, República Dominicana, 1984, Pág. 10

La neolengua orwelliana es la forma de expresión de Maduro y demás fascistas, su lengua oficial. Ante las acusaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos contra él y otros personeros del régimen por narcotráfico y por albergar organizaciones terroristas, manifestó en cadena nacional[1]:

«Es una acción extravagantemente extremista, vulgar, miserable, para un grupo de venezolanos de bien»

«Como unos cowboys (vaqueros) racistas les ponen precio a las cabezas de unos revolucionarios dispuestos a combatirlos en todos los terrenos. ¡Eres un miserable, Donald Trump!»

«Aquí estamos nosotros, los hijos de Chávez, con la moral intacta. No han podido y no podrán con nosotros ni con nuestro pueblo»,

«Les digo al imperio y a la oligarquía colombiana, si un día se atrevieran a tocarnos un pelo, prepárense para la furia bolivariana de un pueblo que arrasaría con todos ustedes».

(las cursivas son mías -HGL)

Caerse a embustes así es la esencia de esta impostura chavista. La mendacidad, cinismo e inmoralidad de Maduro al hablar no conoce límites, como ilustra la perorata arriba, y son harto conocidas y repudiadas por todo venezolano pensante. En fin, una bravuconada esperada, sobre todo cuando –como Noriega blandiendo al aire un machete en Panamá—quiere insuflarse coraje cuando siente el agua al cuello. Pero deseo apuntar algo más allá de esta obviedad.

El fascismo tiene 20 años construyendo una falsa realidad con base a mentiras, elucubraciones y clichés, como las que exclama Maduro. Pero ya no es solo cinismo o desprecio por la inteligencia de los venezolanos. Se ha convertido en un delirio fantasioso en el cual se ve obligado a refugiarse para excusar sus barbaridades. Es una necesidad de sobrevivencia. El fascista abraza las construcciones ideológicas que ha fabricado, no porque sean verosímiles, sino porque lo resguardan mentalmente de las terribles implicaciones de sus acciones. Es un sicópata. Lo bueno o malo de su accionar no se asocia a una ética de convivencia y de respeto entre seres humanos, sino a su funcionalidad para con sus ambiciones de poder. De ahí la “banalidad del mal” (Hannah Arendt): la inconmensurable y desenfrenada capacidad de hacerle daño a los congéneres, que desafía todo entendimiento racional.

¿Es de confiar Jorge Rodríguez cuando informa que se ha logrado aplanar la curva de los casos del COVID-19 en Venezuela, en momentos en que apenas comienza el contagio?

Esta total enajenación del mundo real está en la base de la prolongada crueldad exhibida por Maduro y los suyos contra los venezolanos, como de su resiliencia por aferrarse al poder al costo que sea. Expresa una profunda distorsión perceptiva, una sociopatía sumamente tóxica: aquellos que se oponen a sus designios (depredadores) “revolucionarios”, simplemente carecen de derechos. Toda amenaza a sus privilegios es mala y merece la condena más severa en nombre del “Pueblo”. ¡No hay sufrimiento capaz de justificar su salida de Miraflores! Recordemos su admonición, refiriéndose a las fuerzas democráticas:

ni con votos ni con balas entrarán más nunca a Miraflores. Ni por las buenas ni por las malas. (…) Deben dejarse gobernar por la revolución bolivariana”[2].

Pero la capacidad de tener a los venezolanos a su merced conforme al mundo ficticio construido –para hacer cuanto le dé la gana con sus vidas, valiéndose del estado de terror creado-- se sustenta en el apoyo militar y de la contrainteligencia cubana. De manera que, en esta insania en contra de la vida a los venezolanos, algunos perturbados son más culpables que otros. Quienes le dieron la metralleta al mono y han impedido todo intento por ahuyentarlo o desarmarlo, son –a mi juicio—todavía más despreciables que Maduro y los hermanitos Rodríguez. Éstos son cautivos insalvables del mundo ficticio que se construyeron, sicópatas incurables que no pueden distinguir entre el bien y el mal.

Pero la casta militar corrupta que los sostiene tiene capacidad de discernimiento, de distinguir entre posibilidades de acción. Pero opta adrede por traicionar a la patria y a los venezolanos a cambio de las colosales oportunidades de lucro que les puso Maduro enfrente. En atención a ello, se arrastran patéticamente en su defensa ante las acusaciones del Depto. de Justicia de EE.UU., sin asomo de dignidad ni de amor propio alguno. Hacer uso de la neolengua fascista es la llave para mantener abiertas las puertas del saqueo. Las mentiras flagrantes de su comunicado del 27 de marzo[3] dan pena ajena al abjurar de manera tan indecente de los valores que, presumiblemente, debería haberlos formado. Los dos extractos de este comunicado que se presentan a continuación ilustran este bochorno:

Estos señalamientos, carentes en su totalidad de cualquier tipo de pruebas, pretenden mancillar la moral de un puñado de patriotas que han dedicado su vida al servicio de la Nación, y muy al contrario de lo indicado, combaten con vehemencia y ética revolucionaria, el flagelo del narcotráfico ….”

El Presidente Nicolás Maduro Moros, es un connotado líder social forjado en las luchas sindicales por las reivindicaciones de la clase obrera, quien promueve un proyecto humanista y de justicia social para nuestra amada Patria; además se ha desempeñado como un excepcional Comandante en Jefe. Por su parte, el General en Jefe Vladimir Padrino López, es un Oficial General de aquilatada trayectoria académica y profesional, que goza de un elevado ascendiente moral dentro y fuera de la institución….” (cursivas mías)

¡Por Dios! ¿Qué vergüenza! ¡Presentarse con sus uniformes planchaditos, adornados de charreteras como si fuesen fruto de logros honorables, para presentar a Maduro como un santo patriota, al servicio del pueblo! Sólo aquellos que han optado sin remilgos por destruir al país y someter a la propia Fuerza Armada a esbirros cubanos y a los colectivos gansteriles que expolian al país, son capaces de tal nivel de depravación y burla a sus compatriotas.

En estos momentos tan difíciles, los venezolanos –incluyendo aquellos militares que todavía sienten sinceramente amor por su país—deben elegir entre seguir aceptando ser gobernados por unos delincuentes notorios dispuestos a acabar con la vida de los venezolanos, o tomar las medidas que estén a su alcance para, mancomunadamente y en unión de nuestros amigos internacionales, abrirle posibilidades certeras de libertad, justicia y creciente bienestar.

Como dijo el clérigo Sur Africano, Desmond Tutu, en su lucha contra el apartheid, “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.

Economista, profesor (j) Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

[1] Tomado de la página web del diario El Nacional, el 27 03 2020

[2] https://www.razon.com.mx/mundo/ni-con-votos-ni-con-balas-entran-de-nuevo...

[3]https://lacalle.com.ve/2020/03/27/fanb-ratifica-lealtad-absoluta-e-inque...